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Reflexiones sobre el derecho a la vivienda en tiempos de pandemia

En la actualidad, la neurociencia ofrece pruebas empíricas de que el carácter y la calidad del entorno tienen un impacto drástico y dimensionable en nuestras vidas. Se ha visto que los entornos no solo cambian nuestro comportamiento, sino que también cambian el cerebro, lo que genera cambios de conducta. Como sostiene el profesor de genética Fred Gage: "Mientras que el cerebro controla nuestro comportamiento y los genes controlan nuestro plan de diseño y la estructura del cerebro, el entorno puede modular la función de los genes y, en ultima instancia, la estructura de nuestro cerebro. Al proyectar el entorno en el que vivimos, el proyecto arquitectónico modifica nuestro cerebro y nuestro comportamiento." Pallasmaa, Juhani (2016) (1). El apartado 1 del artículo 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (2) defiende el derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado que...

En la actualidad, la neurocie...

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La Utopía como estado natural de la mente inquieta

Corría el año 1962…

De repente todo aparece en nuestras mentes envuelto por el ruido blanco de un viejo tocadiscos. Los párpados se nos inundan de tonos sepia mientras procesionan fotos de famosas de Hollywood en incansables anuncios publicitarios. Era la época del “Establishment”, de las tartas de manzana enfriándose en el alféizar de las ventanas de casas a las afueras, de los roles de género marcados, de la Guerra, del fingido sueño americano.

Estamos saturados de ese tipo de imágenes. Nuestros ojos las han consumido hasta la saciedad, creando incluso un poso residual en las esquinas de estos paisajes imaginarios. Porque, ¿no es de esperar que de algo que produce tanto, sobren y se desperdicien cosas? ¿No es normal que la gran máquina ampare en su alargada sombra toda clase de deshechos? Si miramos bien en las bulliciosas calles del gran arquetipo de la sociedad norteamericana de los años 60, encontraremos pequeñas hormiguitas laboriosas, que tras la sonrisa lobuna del rufián carroñero se burlan, como el joker de la baraja, de todo el sistema. Y es que propusieron la risa ante la aniquilación.

La apropiación administrativa del movimiento Okupa: el antikraak holandés

(o cómo ofrecer una okupación legal) Okupar no es un hecho contemporáneo: existe desde que existe la propiedad privada. Espacios en desuso, abandonados o en standby, víctimas de crisis económicas o sociales, han sido siempre, clandestinamente, ocupados, respondiendo a la lógica de la imperiosa necesidad de supervivencia. Pero entender esta práctica como un hecho político, coordinado, revolucionario y reivindicativo, con proyecciones sobre el ente urbano, sí puede atribuirse al pasado siglo XX. El movimiento okupa es un fenómeno en vaivén en la ciudad occidental. Ligado a ciertas catarsis sociales o como síntoma de situaciones de inequidad, adquiere diferentes tintes según las épocas y los contextos. Poniendo el foco en Europa, el fenómeno encuentra sus orígenes en la contracultura de la Gran Bretaña de los años 60 a 70. De forma sucesiva, hippies y punkies comenzaron a asentarse en viviendas de propiedad pública inutilizadas, estancadas en el impasse político de la falta de fondos para su adecuación. Durante los años siguientes a...

(o cómo ofrecer una okupación...

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Cine / Michael Mann y la arquitectura como herramienta narrativa

Por Pepe Soriano:

Los años ochenta fueron una década de excesos en el cine durante los cuales el apartado visual fue la niña de los ojos de la industria, eclipsando al resto del producto final, en lugar de potenciarlo. Sin embargo, un director supo manejar de forma sobria los clichés visuales del momento, como los montajes musicales o los filtros saturados, para usarlos como lienzo sobre los que escribir una historia: Michael Mann.

[Fotograma de “Ladrón” (1981)]

Ellas siempre estarán ahí

París. © Pablo Abad

Madame Paris se peinaba a lo garçon. Te echará el humo a la cara y querrás el beso que no va a dar. Sabe más que tú, o eso cree. Ni sí, ni no, ni todo lo contrario. Ha vivido ninguna y mil vidas y presume de ambas cosas. Te perderá en su buhardilla, entre pósters de Moulin Rouge y Chat Noir. Descoloridos, qué irónico. Presumirá de su arte mediocre y vacuo, aguantarás su falsa bohemia recalcitrante de niña burguesa que reniega de pasado y barrio bien, pero no te besará. Estás avisado. Confórmate cuando te saque una foto que más tarde teñirá con rojo pintalabios. Y serás la nueva follie en la colección de su repisa. Con vistas a La Villete, claro.

Gentrificación / Colonización de clase

Seguro que en tu ciudad existe un barrio tradicionalmente obrero, con edificios antiguos de dos o tres pisos y fachada sucia, en el que seguramente queden restos de tiempos pasados, como tiendas de ultramarinos o bares donde los pinchos aún están en bandejas sobre la barra sin ninguna protección. Suele estar cerca del centro, y, de un día para otro, esa zona se pone de moda.

Lo que hace unos años era un punto negro en la trama urbana de la ciudad, se ha reconvertido en un foco creativo que atrae a locales y turistas por igual. Es lo que conocemos como gentrificación.

Ha pasado ya más de medio siglo desde que este término fuera introducido por primera vez por la geógrafa y urbanista Ruth Glass en la década de los años ’60. Aplicado en sus inicios a la compra de vivienda por la clase media-alta en barrios tradicionalmente desfavorecidos del East End de Londres, se ha afianzado como un concepto comúnmente aceptado dentro del vocabulario popular.

Pero, ¿qué significa realmente gentrificación?

http://www.parallel-play.com/

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Liberemos la ciudad. Construyamos la ciudad / Reflexiones sobre La Ciudad Cautiva

Situémonos en un desierto atemporal. Las altas dunas incitan al ojo humano a mirar al cielo, a un abismo azul cuya sola contemplación produce náuseas de vértigo. En la vastedad, un proscrito traza una senda mientras arrastra sus pies. ¿Hacia dónde? Pues no huye, no escapa hacia un rígido ideal. “Tarde o temprano querría volver a escapar de él”, se repite a sí mismo. No. El proscrito medita, mientras contempla las dos franjas del horizonte, sin saber bien a cuál de ellas apunta la brújula. En un último aliento, clava las rodillas en la arena con los brazos extendidos hacia el cielo. Quiere fundirse en el azul, quiere conocer, pretende llegar a integrar las dos inmensidades. Mientras se siente engullir por la arena, unas alas invisibles lo elevan. El triunfo de una parte, de la nada que se abre a su paso, supondría un verdadero infierno. El triunfo del cielo, de ese todo que le queda por alcanzar y que no consigue siquiera rozar, por más que contorsione los dedos hacia arriba, supondría su aniquilación como ser humano.

El sol comenzó a ponerse, como si por un instante pareciera aunar una realidad con la otra, un cielo y un infierno, tintándolo todo del color del fuego. El proscrito quiso ser ese fuego, quiso hacerlo para él, y a partir de ahí, llegar a integrar las distintas partes, las dos franjas que se abrían ante sus ojos y en su interior. Retornado a sí mismo, decidió crear un mundo para él, un mundo donde él fuera la medida. Y, en mitad del abismo, Caín fundó la ciudad de Enoc…

Sólo ellos aúnan el cielo y la tierra. © Gemma Manz

Arquitecturas en papel / Sus columnas son piernas de mujer vestidas de medias negras

«Alzo la vista hacia el friso de aquella biblioteca pública que se asienta en medio de la plaza como un templo antiguo: entre sus triglifos se inscribe el bucráneo que habrá dibujado algún arquitecto aplicado sin recordar, probablemente, que aquel ornamento traído de la noche de las edades no es sino una figuración del trofeo de caza, pringoso aún de sangre coagulada, que colgaba el jefe de familia sobre la entrada de su vivienda.

Amor y Arquitectura: Promenade

Caminaba, como solía hacerlo de un tiempo a esta parte, con la vista clavada en la punta de sus botas de piel negras y con paso ligero, alzando la mirada únicamente para responder de un modo casi automático a cualquier estímulo imprevisto o confirmar que todo permanecía tal y como lo recordaba la última vez. Sólo de este modo podía reparar de un modo preciso en que el tipo que vendía cartuchos de almendras continuaba en la misma esquina en la que está desde hace más de treinta años, o que la luz de esas horas de la tarde parecía conferirle al paramento de mampuesto de la iglesia de San Pablo una apariencia absolutamente atemporal, como si una de esas fotografías sepia que su abuelo atesoraba en aquella vieja lata se hubiese cristalizado en el tiempo y el espacio, observando en silencio el devenir de una ciudad que apenas era capaz ya de reconocerse.

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Rupturas y dinámicas sociales. Reconsideraciones / Muerte y vida de las Grandes Ciudades, Jane Jacobs

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© Georgina Alfaro

En el primer capítulo de su libro “Muerte y vida de las grandes ciudades” (1961), Jane Jacobs, presenta una serie de mitos respecto a la seguridad peatonal. Recuerdo que en la universidad era casi un requisito conocerlos de memoria. Sin embargo, con el pasar del tiempo, las variables en relación a la seguridad y movilidad peatonal planteadas en dicha sección, fueron cobrando otra perspectiva para mí en función al entorno inmediato, forjándome una nueva postura al respecto, que me permitió autoevaluar la realidad a la que estoy expuesta bajo este mismo enfoque pero dentro de otra óptica.

Como resultado de este proceso, desentrañé una serie de comentarios que obedecen y se transforman ante el descubrimiento de nuevas dinámicas culturales particularmente de Latinoamérica.