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Donde habita el pensamiento

Un día, hace tiempo, me encontraba paseando por las callejuelas de un pueblo de las rocosas y agrestes sierras de mi Almería natal, escudriñando esas tipologías constructivas populares que tanto atraen mi atención. Un señor se me acercó y me dijo: «¿Has visto los molinos?». Efectivamente, yo ya había trepado por el barranco, sorprendiéndome de la cantidad de estas construcciones que existían, ya en un estado de abandono total. Observé su vieja maquinaria de hierro oxidado, las escalinatas de lastras de pizarra embebidas en las propias pedrizas, su forjado de madera ya derrumbado, dejando caer las mismas lastras sacadas de la montaña que componían casi la totalidad del material utilizado. Traté de reconstruir en mi mente esa tipología, e imaginarla funcionando. Entonces el señor continuó hablando: «la maquinaria giraba y giraba. Recuerdo el sonido, y cómo olía allí. A veces se calentaba tanto, que tostaba la harina de la molienda, y...

Un día, hace tiempo, me encont...

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Mizu

La madera optaba por estremecerse con cada pisada de mis zapatillas, ya gastadas de trenes, barcos y muchas idas y vueltas por aquella tierra. Mientras tanto, mis ojos llenos del rojo y el verde de aquel lugar, se bebían la imagen paralela de aquel universo que reflejaba la superficie turbia del agua. Sobre aquella orilla del fin del mundo, los listones flotaban sobre el agua, cubiertos por dos aleros que iban a apoyar a ese otro mundo de reflejos.

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Un idilio entre el arte y la arquitectura: el IFAC

Hay encuentros entre personas que te llenan de electricidad. Cruces de caminos breves e intensos, cargados de magnetismo, de pensamientos compartidos, y de ideas bellas. Pequeñas conexiones inesperadas, fugaces, con fecha de caducidad, y que sin embargo quedan mucho tiempo en la memoria.

A veces, los cruces de caminos no se dan entre personas, sino entre artes, oficios, habilidades, experiencias. La inevitable atracción entre el arte y la arquitectura es una de ellas. Misceláneas explosivas, romances borrachos de imaginación.

Y, muy pocas veces, ocurren ambas cosas a la vez. Y, entonces, sólo puedes esperar a que vuelva a suceder.

Se llama IFAC, y es el International Festival of Art and Construction. Esta celebración de diez días reúne cada año a más de 300 personas de todo el planeta en algún área rural del mapa europeo: almas inquietas, llenas de libertad creativa. He tenido la infinita suerte de ser una de esas 300, y por eso quiero contar cómo es IFAC, desde su apasionante interior.

Sangre, mujeres y arquitectura

Una niña de apenas catorce años está confinada en un minúsculo espacio. Estamos en una zona rural montañosa y este habitáculo parece dar la espalda a las otras casas que se encuentran en un segundo plano en la foto.

La construcción no tiene ventanas y es tan pequeña que ni siquiera puede ponerse en pie. Por supuesto, en el interior no cuenta con electricidad, agua corriente, baño o cualquier otra prestación que haga la estancia un poco agradable. Además, sin puerta ni luz que le proteja de visitas inesperadas en la oscuridad de la noche, debe arreglárselas en caso de un ataque. Los animales salvajes no encuentran ninguna barrera que les impida entrar y atacar a las mujeres dormidas. Concretamente en este poblado, las picaduras de serpientes a varias jóvenes durante su reclusión tuvieron un desenlace mortal. Tampoco son extraños los casos de violación por parte de varones, ya que estos saben cuándo y cuántas mujeres se encuentran en la cabaña.

Uttara Saud pertenece a un poblado de las montañas de Nepal. Tiene catorce años, y durante su periodo debe estar confinada en ese espacio, a la espera de la ración de comida diaria. Tiene prohibido entrar a las casas o a los templos. Por supuesto, tampoco puede ir a la escuela. Uttara se encuentra en una “cabaña de menstruación”, una habitación pensada para recluir y apartar del poblado a las mujeres durante su ciclo menstrual.

Al otro lado del charco / Oración a mi tierra

Nací y crecí en un país pequeñito. De tierras fértiles y negras, donde los árboles frutales echan raíz. Agradecidos van juntando sus ramas, van soltando su gran abrazo, cubriendo de sombras carreteras, pueblitos y veredas.

Crecí viendo la cordillera, al horizonte un mar de cielitos opacos por la distancia. Tierra donde los niños corren calzados y descalzos sobre calles de piedra, calles que en verano se calientan y en invierno se mezclan con lodo trazando al azar riachuelos. Vengo del reino del café, que sólo conoce de dos estaciones: la de la lluvia intensa e imprevista, y la del sol ardiente. De ese sol que golpea la piel a cualquier hora del día. Conozco bien el olor a la tierra mojada, a café tostado, el olor tropical de la esperanza. Rincón del mundo, donde por las noches de invierno se duerme con la tonada de la lluvia cayendo sobre tejados destartalados, y en verano se escucha claro el coro de los grillos noctilucos, para despertar por la mañana entre cantos silvestres de pájaros.

Islas Uros, la ciudad sobre las aguas brillantes

© Ana Asensio

© Ana Asensio

Nunca creí llegar a un lugar como éste, a una ciudad vegetal meciéndose sobre aguas gélidas. El cuerpo tumbado en una capa de un metro de totora, bajo el brillante sol del lago Titikaka. Frente a la ciudad de Puno, aún en la parte peruana del lago, se extienden las Islas de los Uros, islas flotantes en un lago de aguas puras pero turbias.

En estas mágicas islas doradas, la acuosa caña rige la vida. Da el suelo que se pisa, las paredes que te abrigan, y un alimento nutritivo. La totora dibuja senderos en el agua, da cobijo a truchas, patos y carachis, y regala una fibra con la que se confecciona todo lo que tu mente decida realizar. El gran lago y sus entrañas gestan una cultura milenaria, que crece arraigada a sus ancestros y su paisaje.

Stepien y Barno / Artículo “Ana Asensio, un soplo de aire fresco”

Hace  unos 10 días comencé a tejer este blog, que recoge los artículos que había ido desperdigando por diversas revistas y webs durante los últimos años, así como retazos de viajes y fotografías. Uno de los culpables de que diese ese paso fue Lorenzo Barnó, de Stepien y Barno, a quienes sigo a diario tanto como a mi café con leche matutino.

Tras regresar a España después de la andadura Latinoamericana, y salir de Plataforma Arquitectura & Archdaily, caminaba dando unos cuantos tropezones para reubicarme en el Viejo Continente. Un día tontorrón de esos me llegó un tuit de Stepien yBarno que decía «@AnaArquitectura _ por cierto, cómo es que no tienes un blog con lo bien que escribes?»

Quizás porque esa pequeña frase me dio el empujoncito que me faltaba, cuando dos días después estuvo listo el blog, les envié el link, y ellos respondieron con una propuesta: «Solemos presentar arquitectos que se salen de lo que es la construcción pura y dura en nuestro blog. ¿Te apetecería?».  ¡Gracias a los blogs, que comparten lo que tienen!

(Intro por Ana Asensio, fundadora de AAAA magazine)

Arquitectura Popular: Los Trulli Pugliesi

© Ana Asensio

“Los hombres . . . teniendo por naturaleza, a diferencia de los otros animales, el no caminar inclinados a la tierra, sino rectos y elevados para ver la magnificencia del cielo y astros; como también, hallándose aptos con sus manos y articulaciones para tratar fácilmente cuanto querían, empezaron unos a disponer sus techados de ramas. Otros a cavar cuevas a la raíz de los montes. Algunos imitando los nidos de las golondrinas y su estructura, con barro y lodo hicieron donde guarecerse.

Otros finalmente, que observaban estos abrigos, adelantando un poco mas sus invenciones, iban de día en día erigiendo menos mal arregladas chozas: así, que siendo aquellos hombres de imitadora y dócil naturaleza, gloriándose cada día de sus invenciones, se enseñaban unos a otros las nuevas formas de las casas que levantaban; y ejercitándose los ingenios en estas emulaciones, las iban de grado en grado mejorando de gusto” [libro 2º: Capitulo 1: Las comunidades primitivas y el origen de los edificios. Vitruvio II, I, “Del principio de los edificios” ]

Algunas de las arquitecturas que han llegado hasta nuestros días, han seguido extraños derroteros, caminos inescrutables que nuestra mente curiosa intenta desvelar. Nos preguntamos por su origen, sus precursores, sus influencias. Nos preguntamos por todo aquello que las ha dotado de una cierta configuración arquitectónica, de una morfología, de un lenguaje.

En nuestra sección de Arquitectura Popular investigamos construcciones tan particulares como “i trulli” del sur de Italia. Para dejar volar nuestra imaginación hasta tiempos remotos, para robar un retazo de Historia, para tratar de hablar su mismo idioma.