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Las piedras de Ryoan-Ji

Gasto mi tiempo en recordar  su vulgaridad, su insultante simplicidad, y la forma de organizar el mundo desde su estática y su firme convicción de revolución verde y callada. Ese desprecio altivo y pétreo de quien controla la inmensidad y sobre todo del que sabe que está en su lugar en el mundo. También me acuerdo de cómo aquel día llegué allí, con Gian, desde Ninna-Ji y de cómo no escribí nada más hasta el día siguiente, porque sencillamente, no podía verbalizar lo que encontré.

Sé que aquel día me preocupé, no sólo porque amenazaba lluvia, como todos los días de aquel viaje. Sé que los yenes tintineaban al caer de mi mano al plato, como lo hacían todas las monedas del mundo desde las manos de millones de personas, una música sin dimensión, con su propia medida y su propia cadencia. Ése también era el sonido metálico que hacían los dragones, como aquella reverberación que oí al compás de unas maderas en Kamakura, pero en Ryoan-ji, como en muchos sitios de Kyoto, la lúbrica idiosincrasia del dinero no tenía cabida más allá del ticket de entrada.

Cinco días en Bosnia

Para ambientar el artículo, pulsa play y deja que la música acompañe al texto. Descubrí a este artista gracias a un bosnio que conocí en Sarajevo y, por conexión, me retrotrae allí.

Bosnia huele a guerra. Aunque no quiera, porque no quiere. Pero huele a guerra. Y no quiere olvidar, ni debe, pero aún hoy huele demasiado a guerra. Ni tan siquiera un pequeño atisbo de acento latino – que nunca sabrás de donde ha salido – puede llegar a endulzar un paisaje tan bello como frío.

Bosnia es ese país donde la niebla invade las montañas. Donde la niebla te cala dentro. Una niebla que no es agua, sino fuego. Una niebla que salió del cañón de millones de armas humeantes y que, vagando por todo el país, hoy se hace pasar por niebla. Una niebla que te empapa de frío, miedo, tensión… de todas las sensaciones que provoca esconderse. Bosnia es un país donde los agujeros de bala no se olvidan, ni se tapan, pero duelen. Y no duelen tanto los que se ven como los que no se ven, porque sabes dónde han ido a parar esas balas que no llegaron a horadar ese muro, esa fachada, esa ventana o ese coche.

Recuerdos de una ciudad embrujada / Shanghai

Recuerdo Shanghai. A veces.

El primer día, como un contínuo de varias decenas de horas, desde que despegué con alas de aluminio de mi país. No sabía si era de día, o de noche, si tenía sed, o hambre. Casi no sabía en qué punto del planeta estaba.

Shanghai, a veces te recuerdo. Otras simplemente, leo la única página que escribí:

© Ana Asensio

© Ana Asensio

Cuaderno de viaje

Permanezco así largo rato, los codos en la ventana, la cara a la calle, mirando hacia arriba tratando de descifrar el camino esquivo del viento. Dejo que me roce la piel, y que siga su camino. Llévame, vendaval, a una noche de verano horneada de jazmín, a un húmedo día de primavera, extraño, amarillo, vestido de azahar.

Stepien y Barno / Artículo “Ana Asensio, un soplo de aire fresco”

Hace  unos 10 días comencé a tejer este blog, que recoge los artículos que había ido desperdigando por diversas revistas y webs durante los últimos años, así como retazos de viajes y fotografías. Uno de los culpables de que diese ese paso fue Lorenzo Barnó, de Stepien y Barno, a quienes sigo a diario tanto como a mi café con leche matutino.

Tras regresar a España después de la andadura Latinoamericana, y salir de Plataforma Arquitectura & Archdaily, caminaba dando unos cuantos tropezones para reubicarme en el Viejo Continente. Un día tontorrón de esos me llegó un tuit de Stepien yBarno que decía «@AnaArquitectura _ por cierto, cómo es que no tienes un blog con lo bien que escribes?»

Quizás porque esa pequeña frase me dio el empujoncito que me faltaba, cuando dos días después estuvo listo el blog, les envié el link, y ellos respondieron con una propuesta: «Solemos presentar arquitectos que se salen de lo que es la construcción pura y dura en nuestro blog. ¿Te apetecería?».  ¡Gracias a los blogs, que comparten lo que tienen!

(Intro por Ana Asensio, fundadora de AAAA magazine)