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Un problema para explicar la percepción

Desde que comencé a escribir mi tesis sobre el entorno que no vemos, pero que sí percibimos, lo que más me ha llamado la atención descubrir es esto que hoy comparto con vosotros.

Para justificar cómo los sentidos se entrelazan, en el mundo de la neurociencia, se utiliza una teoría ampliamente aceptada (y aplicable a muchos ámbitos); El problema inverso.

Arte y arquitectura: La densidad del aire / Fred Sandback

Trasteando entre la colección de conferencias de Juhani Pallasmaa en youtube me topé con una especialmente interesante (y que sin dudarlo os recomiendo): The complexity of simplicity. Ha sido gracias a esta conferencia que he conocido a uno de los artistas que más me han sugerido.

Las obras de Fred Sandback se se sitúan a caballo entre el minimalismo y el arte conceptual, como las creaciones de muchos de sus coetáneos. Sin embargo, las instalaciones de este artista tienen un componente perceptivo que, sobre todo a los arquitectos, no nos deja indiferentes.

Valiéndose de lanas de colores oscuros, y haciendo pequeños orificios en las paredes, Sandback reproducía figuras geométricas sencillas a gran escala cuyo impacto visual es evidente, no tanto por el tamaño como por la ambigüedad que suscitan. Hacemos aquí un pequeño inciso sobre el término ambigüedad, referido  no a la posibilidad excluyente de ser lo uno o lo otro, si no a la posibilidad incluyente de ser lo uno y lo otro.

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Fred Sandback: http://fredsandbackarchive.org

Arquitectura sanadora / El Jardín-hospital que ayuda a curar a los pacientes

En muchas ocasiones me he preguntado sobre la relación entre la arquitectura y el comportamiento de sus usuarios, y si existe alguna relación directa entre la morfología del espacio y cómo nos desenvolvemos en el entorno que ésta propone.

Durante la carrera, pocas fueron las veces que salieron temas relacionados con esto que hoy llaman «neuro-arquitectura», y no ha sido hasta ahora, embarcada en el apasionante mundo de la investigación, cuando he podido ahondar en tan maravilloso campo.

Hace unos meses comencé a leer sobre el Prouty Garden del Hospital Infantil de Boston, un sitio del que científicos de distintas disciplinas afirman que ayuda a curar a los peques que lo visitan: un claro ejemplo de este vínculo entre neurociencia y arquitectura (del paisaje en este caso).

¡Este sitio agobia! / Arquitectura y Neurociencia

¿Alguna vez has cenado en un restaurante en el que tienes que hablar a gritos para que la persona que está sentada a menos de un metro de ti te pase la ensalada?

Son muchas las veces que, en espacios públicos, habitualmente cerrados, tenemos que modificar nuestro comportamiento habitual por las condiciones espaciales. Si en el proceso del diseño del restaurante se tuviesen en cuenta las cualidades acústicas del espacio, por ejemplo, colocando algún material absorbente en el techo (como una tela o material poroso, a poder ser, perforado) no haría falta elevar el volumen de la voz para dirigirse a los comensales que nos acompañen.

Una explicación más sólida del suceso del restaurante, comienza por comprender que la respuesta que los humanos mostramos hacia la arquitectura se asienta generalmente sobre emociones a priori subjetivas como “Me gusta este espacio porque es muy amplio”, o “No me gusta esta oficina porque no tiene luz natural”. Pero detrás de estas respuestas emocionales hay una base científica que las explica. Varios equipos de neurocientíficos han demostrado que en el momento en el que nos adentramos en un espacio se desencadenan una serie de actividades en nuestro cerebro que afectan a nuestras emociones, nuestra salud e incluso al desarrollo de nuestra memoria.

Where is your playground?

Recuerdo con cariño el parque que estaba al lado de mi colegio, en la pequeña ciudad en la que crecí. En este parque había una zona con columpios de madera; el más concurrido era una gran tabla hincada la arena a 45º, con agujeros de diferentes formas y tamaños. Varias lamas de madera nos ayudaban para poder escalar la tabla.

Cada niño lo utilizaba a su antojo, pero jugábamos todos juntos: a ver quién llegaba a la esquina de la tabla que volaba sobre el suelo, a colgarnos boca-abajo desde los agujeros, al clásico pilla-pilla pero sobre la tabla (el que salía de la tabla perdía) … Sólo se dejaba de jugar para beber un poco de agua. Éste era el parque de los que vivíamos cerca del cole. Íbamos todas las tardes de la semana.

Arte, herramienta para conocerse / Arquitectura y educación Vol. 2

Parece que todos sabemos que Finlandia es país puntero en educación aunque, según he escuchado recientemente, Corea del Sur haya tomado la delantera. Lo que no queda tan claro es que sepamos las razones que han llevado a Finlandia a tener esta alabada fama. ¿Conocíais las escuelas de arte para niños y jóvenes? Yo, hasta hace unos meses, tampoco.

Las instituciones que marcaron la diferencia en el sistema educativo finés surgieron en 1992 cuando salió la Ley sobre la Educación Básica de Arte, comenzándose a implantar materias como música y bellas artes como asignaturas integrales en el sistema educativo.

Ante el éxito de la propuesta de estos centros de enseñanza, se generó una necesidad de espacios que relacionaran la educación con el arte. Ésta, fue una necesidad común más que una necesidad implantada, por lo que se realizó una hoja de ruta con los propósitos, objetivos, contenidos, competencias del equipo educativos… creando una nueva tipología gracias a que los ayuntamientos confiaron plenamente en los profesionales que trazaron este nuevo proyecto.

Arquitectura y educación. Parte I

Todavía recuerdo aquella primera clase de dibujo arquitectónico, cuando una profesora nos ordenó, como trabajo introductorio, dibujar un plano de nuestra casa en 10 minutos. «¡Un plano en 10  minutos!» Cara de perplejidad, cuanto menos.

Hasta ese momento, con mi mayoría de edad cumplida, sabía de una gran variedad de disciplinas y contaba con una inmensa cantidad de trabajos creativos a mis espaldas, en ocasiones frutos de mi imaginación, en ocasiones objetos que necesitaba. Pero, un plano… nunca me había parado a dibujar un plano. Y ahí estaba, bien cohibida por el hecho de que la primera vez que eso sucediera fuera a ser estudiando arquitectura.

Imposible olvidar la sensación de analfabetismo arquitectónico (que en su momento no supe identificar), que se repitió en la primera clase de proyectos, cuando, mientras el profesor explicaba el enunciado, en mi cerebro sólo escuchaba a mi pequeña ‘yo’ gritándome: “pero ¡¿qué es proyectar?!”.