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Donde habita el pensamiento

Un día, hace tiempo, me encontraba paseando por las callejuelas de un pueblo de las rocosas y agrestes sierras de mi Almería natal, escudriñando esas tipologías constructivas populares que tanto atraen mi atención. Un señor se me acercó y me dijo: «¿Has visto los molinos?». Efectivamente, yo ya había trepado por el barranco, sorprendiéndome de la cantidad de estas construcciones que existían, ya en un estado de abandono total. Observé su vieja maquinaria de hierro oxidado, las escalinatas de lastras de pizarra embebidas en las propias pedrizas, su forjado de madera ya derrumbado, dejando caer las mismas lastras sacadas de la montaña que componían casi la totalidad del material utilizado. Traté de reconstruir en mi mente esa tipología, e imaginarla funcionando. Entonces el señor continuó hablando: «la maquinaria giraba y giraba. Recuerdo el sonido, y cómo olía allí. A veces se calentaba tanto, que tostaba la harina de la molienda, y...

Un día, hace tiempo, me encont...

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Amor y Arquitectura: Promenade

Caminaba, como solía hacerlo de un tiempo a esta parte, con la vista clavada en la punta de sus botas de piel negras y con paso ligero, alzando la mirada únicamente para responder de un modo casi automático a cualquier estímulo imprevisto o confirmar que todo permanecía tal y como lo recordaba la última vez. Sólo de este modo podía reparar de un modo preciso en que el tipo que vendía cartuchos de almendras continuaba en la misma esquina en la que está desde hace más de treinta años, o que la luz de esas horas de la tarde parecía conferirle al paramento de mampuesto de la iglesia de San Pablo una apariencia absolutamente atemporal, como si una de esas fotografías sepia que su abuelo atesoraba en aquella vieja lata se hubiese cristalizado en el tiempo y el espacio, observando en silencio el devenir de una ciudad que apenas era capaz ya de reconocerse.

PROMENADE2

Un idilio entre el arte y la arquitectura: el IFAC

Hay encuentros entre personas que te llenan de electricidad. Cruces de caminos breves e intensos, cargados de magnetismo, de pensamientos compartidos, y de ideas bellas. Pequeñas conexiones inesperadas, fugaces, con fecha de caducidad, y que sin embargo quedan mucho tiempo en la memoria.

A veces, los cruces de caminos no se dan entre personas, sino entre artes, oficios, habilidades, experiencias. La inevitable atracción entre el arte y la arquitectura es una de ellas. Misceláneas explosivas, romances borrachos de imaginación.

Y, muy pocas veces, ocurren ambas cosas a la vez. Y, entonces, sólo puedes esperar a que vuelva a suceder.

Se llama IFAC, y es el International Festival of Art and Construction. Esta celebración de diez días reúne cada año a más de 300 personas de todo el planeta en algún área rural del mapa europeo: almas inquietas, llenas de libertad creativa. He tenido la infinita suerte de ser una de esas 300, y por eso quiero contar cómo es IFAC, desde su apasionante interior.

Acciones visibles / Amor y arquitectura vol.3

[…] No me estoy refiriendo al amor entre dos personas, a besarse, dormir juntos y contraer matrimonio. Hablo del amor que se ha convertido en el único sentimiento que rige una vida. […] – Simplicissimus-Kalender, 1907 | Hermann Hesse –

De un modo general podemos entender como buena arquitectura aquella que sabe escuchar y dar respuesta de un modo adecuado y proporcionado a los distintos elementos que acotan nuestro plano de actuación [social, político, económico, urbano, físico y material] y que además nos emociona por la coherencia entre las múltiples relaciones que el propio proyecto establece.

Actualmente vivimos enredados y conectados de un modo completamente nuevo, aunque sorprendentemente estas redes y vínculos parecen estar limitados al espacio virtual, no produciéndose por desgracia una traducción física de esta actividad, a excepción de puntuales congresos, ferias y eventos de algún tipo. Cabría entonces esperar que la arquitectura de nuestro tiempo supiese alimentarse de esta capacidad que nos brindan las tecnologías para estar interconectados y definir sentimientos en torno a aspectos vertebrales de nuestra vida.

Futuro perfecto / Amor y arquitectura vol.2

Algún día habremos de superar esto de la prima de riesgo, el inmovilista pretexto de la recesión o simplemente dejar atrás la desidia y apatía que, como la pátina adquirida por los viejos retratos de familia, parece cubrirlo todo actualmente. Y supongo que, en mayor o menor medida, habremos de reconciliarnos con conceptos que aún no hemos aprehendido para poder volver a amar.

Habremos de imaginar cómo será nuestro futuro, nuestra vida y el espacio donde ella se desarrollará; un futuro que presuponemos perfecto y que ineludiblemente estamos obligados a construir día tras día.

Al otro lado del charco / Oración a mi tierra

Nací y crecí en un país pequeñito. De tierras fértiles y negras, donde los árboles frutales echan raíz. Agradecidos van juntando sus ramas, van soltando su gran abrazo, cubriendo de sombras carreteras, pueblitos y veredas.

Crecí viendo la cordillera, al horizonte un mar de cielitos opacos por la distancia. Tierra donde los niños corren calzados y descalzos sobre calles de piedra, calles que en verano se calientan y en invierno se mezclan con lodo trazando al azar riachuelos. Vengo del reino del café, que sólo conoce de dos estaciones: la de la lluvia intensa e imprevista, y la del sol ardiente. De ese sol que golpea la piel a cualquier hora del día. Conozco bien el olor a la tierra mojada, a café tostado, el olor tropical de la esperanza. Rincón del mundo, donde por las noches de invierno se duerme con la tonada de la lluvia cayendo sobre tejados destartalados, y en verano se escucha claro el coro de los grillos noctilucos, para despertar por la mañana entre cantos silvestres de pájaros.

Amor y arquitectura

Encuentros en la tercera frase

Resulta absolutamente asombroso cómo nos podemos situar, a veces, a cotas muy elevadas y encontrarnos a nosotros mismos reflexionando sobre cuestiones relacionadas con la vida, la muerte y nuestro absurdo devenir… en especial durante los terribles meses de trabajo en nuestro proyecto final de carrera.

Sorprende cuando reparamos en los pocos hechos que hacen que todo adquiera un cierto sentido, una cierta lógica y, de repente, nos percatamos de que el magma que lo conecta todo se solidifica finalmente en un genuino sentimiento de amor.

La arquitectura no quiere adeptos, sino amantes

“Este es mi punto de vista actual sobre la arquitectura que cultivo. Actual porque es de hoy. No sé mañana lo que pensaré. Como arquitecto auténtico que soy y seré hasta mi muerte, no cesaré de darme golpes con las disciplinas en espera del chorro de sangre verde o amarillo que, necesariamente y por fe, habrá mi cuerpo de manar algún día. Todo menos quedarme quieto en la ventana mirando el mismo paisaje. La luz del arquitecto es la contradicción. Desde luego, no he pretendido convencer a nadie… La arquitectura no quiere adeptos, sino amantes. Pone ramas de zarzamora y erizos de vidrio para que se hieran por su amor las manos que la buscan…” Saenz de Oiza parafraseando a García Lorca...

“Este es mi punto de vista ac...

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Esto no es un artículo de arquitectura.

Esto no es un artículo de arquitectura. Ni siquiera es un artículo. No es una crítica, ni un ensayo, ni ningún texto divulgativo. No es más que una carta de amor, tristemente, sin destinatario.

Es una carta de amor a quien me enseñó a mirar el mundo desde la ventanilla de una furgoneta, recorriendo países hasta donde el bolsillo llegara. Una carta a quien escribía poesías y canciones en papeles de cuadros, con una caligrafía que ahora se parece a la mía. Esto no son más que palabras, para esa persona que se perdía mirando la sensualidad de un aljibe encalado en Almería, o de la blanca arquitectura de César Manrique.