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Turistas, experiencia urbana y simulacros.

Quiero hablar de ellos, de los turistas. No como como objeto de estudio fenoménico, o como mapeo turístico urbano, sino como presencia influyente en la vida cotidiana de la urbe.

Turistas, como escenografía múltiple, casi invisibles, pero pieza perenne de esos museos vivos urbanos que son las ciudades, parte del paisaje público, identidad, presencia que dilata o restringe el espacio físico. Parte activa en romances y guiones, en literatura, cine… Allí están, en las historias e interacciones urbanas. Cómo imaginar, ahora, algún lugar arquitectónico histórico sin ellos. Transportes, piazze, plazas, place. ¿Hay día en el que en una pizzería o bar del centro en Roma; bistrot o cafetería en Paris; mesón o cafetería en los Madriles, no haya un vaivén de esta marea atemporal de usuarios visitantes?, ¿qué urbanita, amante, adicto a la arquitectura (y a su más allá) que se nutra del placer de la experiencia de los viajes, tránsitos, estudios y dibujos, puede extrapolar la nube policromática que se moviliza a diario en los espacios públicos, los emplazamientos históricos, la escala humana y los recorridos de los turistas?

Son inherentes, indisolubles. Familiares, inevitables.

Antes todo esto era Campo

¡Hombre Campo! Tenía yo ganas de hablar contigo, ven aquí. Mira que llevo tiempo pensando sobre el asunto, pero nunca he encontrado la oportunidad, así que aprovecho para preguntártelo con honestidad: ¿Qué te ha pasado?, ¡tú antes molabas! últimamente andas de capa caída, ya no eres el mismo de antes. ¡Campo, el dignificador del brutalismo español! Que ha sucedido con ese tipo ¿eh? el señor al que llevo años admirando se está convirtiendo delante de mis narices en un creador de figurillas, que no se da cuenta de que se queda atrás porque en vez de ir mirando al frente, va mirándose el ombligo.

Yo lo que quiero es mantener el carácter del pueblo

Quiero hablar de uno de los temas favoritos entre los arquitectos del primer mundo: la pobreza en la ciudad. Supongo que es mi manifiesto personal. O la manera de exteriorizar  lo que sentí en Bolivia este verano, y lo que reflexioné después de dos meses cuando asistí al seminario  Arquitectura y Cooperación. La charla más interesante fue la de la gran Joan Macdonald, arquitecta  dedicada a la habitabilidad básica desde antes que existiera el concepto habitabilidad básica.

Ajedrez. Movimiento y espacio

Vamos a empezar una partida de ajedrez, no voy a sorprender a nadie. Voy a mover un peón, sin perder mucho tiempo en decidir cual…, por ser el primero, dos posiciones al frente.

No es necesario ser un experto en el tema para poder observar la jugada y ser consciente de haber visto cómo emprender en el vacío, como actuar sin precedentes. Pero hay muchas opciones para empezar y hay que estudiarlas. Existen formas de aprender el inicio desde el final, de construir un cuento desde la moraleja. Y también hay formas de asumir un punto intermedio, uno de tantos nudos en la partida como inicio para oír lo pasado y dibujar las siguientes jugadas con permiso del enemigo.

Carta: El folio en blanco

Hay quien dice «Qué difícil es sentarse frente a un folio en blanco.»

Lo siento, pero no tienen ni idea. El folio no escribe, el folio no dibuja… el folio no piensa. Eres tú, amigo, y eres tú, amiga. Pero eres Tú. Eres tú y, en muy alto porcentaje, tu pasado. Y tu pasado, como tu presente y como tu futuro, y como dijo aquél, eres tú y tus circunstancias.

Y tu pasado y tú sois tus influencias y, por pocas que parezcan, son más de las que crees. Son tangibles, son cercanas, pero también son etéreas y lejanas. Las conoces, sí, pero no por ello las recuerdas. No todas. Porque el subconsciente funciona.

Ana Chao Gersol

Ana Chao Gersol

El rey al que le gustaba ser obedecido

[ARQUITECTURA ante |bajo |con |contra |de |desde |en |hacia |hasta |mediante |para |por |según |sin |sobre UN LUGAR].

rey

El rey al que le gustaba ser obedecido. ‘El Principito’ Antoine de Saint-Exupéry, 1951

Quería releer ‘El Principito’. Ya lo he hecho y, aunque es breve he tardado bastante, pues he ido despacio. Se lo merece.

Durante su viaje por distintos planetas el Principito se encontró con un rey, monarca absoluto universal, al que le gustaba ser obedecido por encima de todas las cosas. Su felicidad estaba condicionada a ello, no importaba tanto la orden como el hecho de ser obedecido. El rey se había dado cuenta de que para ser más obedecido, y por tanto más feliz, sus órdenes debían ser razonables, estar al alcance del súbdito y que éste deseara cumplirlas. Por ejemplo al Principito le ordena bostezar cuando está cansado y quiere bostezar y le ordena irse cuando se quiere marchar. De este modo ambos eran felices: el súbdito por hacer lo que quería y el rey por ser obedecido.

Más allá de las conclusiones que cada uno pueda sacar de este pequeño capítulo para su vida, creo que hay mucha arquitectura que aprender aquí, y en todo el libro en general. Sin tener que izar la bandera del ‘hacer virtud de la necesidad’ veo una invitación a algo más sencillo y en ocasiones ignorado como es ‘hacer virtud de la realidad’. Tomar consciencia de lo que hay y de lo que el proyecto ya es antes de que el arquitecto aparezca y que esto sea herramienta de proyecto.

¿Está el señor de la casa en la Casa del Señor?

Neue Wache - Berlin - Borja Condado

Neue Wache – Berlin © Borja Condado.

“Dios es uno y está en todos

Y afuera os estáis matando por él,

Por ponerle apodos.”

(Rafael Lechowski)

No creo en Dios. Quizá en dios. Creo que no creo. ¿Qué algo hay y algo habrá? “Llámalo equis, me parece bien; llámalo energía, mejor todavía”, que diría el maestro Sabina. Llámalo destino, o desatino. Llámalo amigo imaginario. Llámalo Guionista. Eso es lo de menos ahora, el asunto aquí es cómo hacer que otros lo sientan, le perciban.

Para ello, el arquitecto a lo largo de la Historia (no voy a meterme a diseccionar tantos siglos) ha utilizado muchos recursos, ideas, trucos, argucias, inventos… Todos ellos a la hora de crear lo que puede denominarse espacio religioso o, mejor aún: espacio sagrado. Todos hemos visitado una parroquia, una iglesia y alguna catedral; algunos también, una mezquita; otros, una sinagoga; varios, un templo budista; y así podría seguir. Más allá de ser, como mínimo, un espacio amplio dedicado a la reunión de seres humanos, cada una de estas tipologías tiene, obviamente, sus características propias, en función de la religión y ritos que ésta profesa.

Voy a centrarme en las iglesias y catedrales, por proximidad cultural y mayor conocimiento y estudio. Como persona no religiosa, durante la carrera (cuando aún se construían edificios en este país), me pregunté: “¿estaría dispuesto a diseñar un espacio religioso?”. Y, ciertamente, aparcando en doble fila los principios (para estar un poco más atento a ellos y que nadie se los lleve), en el catálogo de la arquitectura es quizá el proyecto más apetecible, más artístico, más libre en cierta medida, más ambicioso e, incluso, más interesante. Filtrando muy mucho la definición de “arte” hasta llegar a “aquello que hace sentir”, ¿no sería éste el espacio humano más artístico?

La distancia inconsciente

1.Imagen a partir de Jazzberry Blue

Una vez leí que no hay mejor forma de empezar un texto que con una pregunta al público.

¿Conocemos el espacio que nos rodea?

¿Cómo podemos definir la ciudad?

Intentemos pensar por un momento, qué quieren decir estas dos cuestiones tan abstractas y a la vez tan sencillas.

El espacio que nos rodea, el que podemos tocar, no define la ciudad. Al menos en su totalidad. Lo tangible es un componente muy importante que nos ayuda a comprender este espacio particular en cada una de las ciudades, pero no es el único.

Llegado a este punto voy a lanzar una premisa: nuestra visión sobre la ciudad ya define la ciudad en sí misma.