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Somos muchos, sí

Compartimos en AAAA el texto escrito para la Fundación Arquia. Accede a la publicación original aquí:

Somos muchos, sí.

Sólo en España hay (censados) 47.098 arquitectos. A ellos hay que sumarle a todos los que se han formado en nuestra tierra y ahora exploran tierras desconocidas. Haciendo números gordos, podemos resumir en que somos más de 50.000 arquitectos españoles. Esta cifra, vista desde una óptica positiva y no alarmista, puede tener lecturas interesantes, casi revolucionarias.

Cuando una profesión alcanza unos números tales debe saber dos cosas: que tiene que estar muy bien organizada, y que suyas son las decisiones sobre la profesión. ¿Se organizan bien los arquitectos en España? Y, mirando más allá de nuestras pequeñas fronteras… ¿hay una organización internacional eficaz, práctica y oficial?

Retomemos esta reflexión por donde comenzó: las cifras. Hablamos siempre de arquitectos; los que ejercen, los que no, y los que están por ejercer (estudiantes). A estos últimos se les mira desde la posterioridad, “en el futuro serán arquitectos”. Pero somos arquitectos desde que ponemos el primer pie en la escuela. Somos arquitectos sin todos los conocimientos, capacidades y competencias para ejercer. Pero igual de creativos, de activos, de propositivos. De hecho, ocupamos todos esos intersticios que deja la falta de “título habilitante”.

Futuro perfecto / Amor y arquitectura vol.2

Algún día habremos de superar esto de la prima de riesgo, el inmovilista pretexto de la recesión o simplemente dejar atrás la desidia y apatía que, como la pátina adquirida por los viejos retratos de familia, parece cubrirlo todo actualmente. Y supongo que, en mayor o menor medida, habremos de reconciliarnos con conceptos que aún no hemos aprehendido para poder volver a amar.

Habremos de imaginar cómo será nuestro futuro, nuestra vida y el espacio donde ella se desarrollará; un futuro que presuponemos perfecto y que ineludiblemente estamos obligados a construir día tras día.

Arte, herramienta para conocerse / Arquitectura y educación Vol. 2

Parece que todos sabemos que Finlandia es país puntero en educación aunque, según he escuchado recientemente, Corea del Sur haya tomado la delantera. Lo que no queda tan claro es que sepamos las razones que han llevado a Finlandia a tener esta alabada fama. ¿Conocíais las escuelas de arte para niños y jóvenes? Yo, hasta hace unos meses, tampoco.

Las instituciones que marcaron la diferencia en el sistema educativo finés surgieron en 1992 cuando salió la Ley sobre la Educación Básica de Arte, comenzándose a implantar materias como música y bellas artes como asignaturas integrales en el sistema educativo.

Ante el éxito de la propuesta de estos centros de enseñanza, se generó una necesidad de espacios que relacionaran la educación con el arte. Ésta, fue una necesidad común más que una necesidad implantada, por lo que se realizó una hoja de ruta con los propósitos, objetivos, contenidos, competencias del equipo educativos… creando una nueva tipología gracias a que los ayuntamientos confiaron plenamente en los profesionales que trazaron este nuevo proyecto.

¡Alcalde, todos somos contingentes, pero tú eres necesario!

A los arquitectos (permitidme que me incluya a pesar de no haber acabado aún la carrera) nos duele la boca de decir lo necesarios que somos en la vida de los demás. Lo importante que es que la sociedad tome conciencia de que acudir a un arquitecto para pensar su vivienda es igual de necesario que acudir a un médico para pensar su tratamiento. Pero hagámonos un favor: dejemos la manida metáfora infantil del médico y empecemos a debatir las causas reales de este desprestigio social del que nos quejamos sin parar, y que hace daño tanto a nuestra profesión como a la sociedad en general.

En un artículo recientemente publicado en el blog de la Fundación Arquia, el arquitecto Campo Baeza expresa sus quejas por este menosprecio a nuestra profesión. Si bien estoy de acuerdo con su punto de partida, la manera de enfocarlo y la respuesta que ofrece me han provocado un rechazo profundo. [Nota de los editores: Recomendamos la lectura del artículo citado, junto a esta publicación]

«Matadero» es magia

Sin proponérmelo, acabo volviendo al Matadero de Madrid cada poco tiempo. Es un espacio tan tranquilo y agradable que parece imposible que durante la mayor parte del siglo XX fuera un lugar donde mataban animales.

Aunque actualmente esté (lo que podríamos considerar) cerca del centro, cuando se empezó a construir el matadero de Luis Bellido a principios del siglo XX, estaba alejado de la capital. Con el tiempo fue siendo absorbido por la ciudad y ampliado con la Casa del Reloj y el Mercado Central de Frutas y Hortalizas. Cuando las instalaciones empezaron a quedarse obsoletas, en la segunda mitad del siglo XX, mutaron los usos de ciertas zonas: se transformó la Casa del Reloj en sede administrativa y una de las naves en espacio para actividades socioculturales; además, algunos establos pasaron a ser sede del Ballet Nacional de España y de la Compañía Nacional de Danza. Curiosamente, las actividades de ballet y de danza han seguido funcionando hasta hoy, aunque en 1996 se cerrara definitivamente el espacio dedicado a matadero. Por fin, el conjunto de edificios se calificó como bien catalogado en el último Plan General de Ordenación Urbana de Madrid.

Un grupo de edificios tan palpitante no podía quedar cerrado o como un simple objeto que admirar. El Matadero volvió así a abrir al público en 2007 con el primer espacio del conjunto destinado a actividades culturales. Desde entonces, afortunadamente, se han ido reconvirtiendo espacios y naves paulatinamente, y aunque todavía quedan algunas zonas sin uso, ya está asentado como centro cultural alternativo.

El conjunto actúa como remate para Madrid Río por un lado y para el barrio de Legazpi por otro. Desde el parque, algo en sus ladrillos te llama a desviarte del camino: sigues tu instinto y vas encontrando edificios que te guían hacia la plaza central del Matadero.

El patrimonio de la oportunidad


En un bazar, buscando, siguiendo los pasillos bajo la luz grisácea de fluorescentes. Envuelto por mercancías en un orden caótico, construyendo recorridos viciados. Caminos en círculos para encontrar 2 finales, la entrada (y salida) y el almacén. Tras la puerta del almacén y al fondo, una luz intensa y cálida contrasta para hacer del sitio oscuridad.

Habiéndolo atravesado, en el exterior, un árbol ordena un jardín. La sombra, que nada tiene que ver con las del interior, también almacena objetos. Desechos repartidos por el suelo que dan nuevas opciones a la espontaneidad de la naturaleza, haciéndolo realmente bello.

Arquitectura y educación. Parte I

Todavía recuerdo aquella primera clase de dibujo arquitectónico, cuando una profesora nos ordenó, como trabajo introductorio, dibujar un plano de nuestra casa en 10 minutos. «¡Un plano en 10  minutos!» Cara de perplejidad, cuanto menos.

Hasta ese momento, con mi mayoría de edad cumplida, sabía de una gran variedad de disciplinas y contaba con una inmensa cantidad de trabajos creativos a mis espaldas, en ocasiones frutos de mi imaginación, en ocasiones objetos que necesitaba. Pero, un plano… nunca me había parado a dibujar un plano. Y ahí estaba, bien cohibida por el hecho de que la primera vez que eso sucediera fuera a ser estudiando arquitectura.

Imposible olvidar la sensación de analfabetismo arquitectónico (que en su momento no supe identificar), que se repitió en la primera clase de proyectos, cuando, mientras el profesor explicaba el enunciado, en mi cerebro sólo escuchaba a mi pequeña ‘yo’ gritándome: “pero ¡¿qué es proyectar?!”.

Architecto, quo vadis?

El arte y la arquitectura monumental actúan como difusores del poder y de la autoridad desde la aparición de los primeros imperios y sociedades estatales, poder que se acrecienta en determinadas épocas concretas.

Así, este tipo de arquitectura viene siendo utilizada por su capacidad de influir en los miembros más humildes de la sociedad que la generó.

No soy un número [Estrategias de proyecto underground]

“- ¿Quién es usted?
–  Soy número 2
– ¿Quién es el número 1?
– Usted es el número 6
– No soy un número, soy un hombre libre” [i]

En 1967, unos inflables perseguían a El Prisionero, serie británica de televisión de ciencia ficción, en su fuga de ‘La Villa’. Estos extraños globos, inspirados en los globos sonda militares comenzaban a formar parte de una estética y de un lenguaje innovador a finales de los años sesenta.  De repente una estética ajena a lo académico comenzaba a asomar desde el mundo underground a la superficie. Nacía el trip arquitectónico.

Form Follows Ego

Hace unos meses, en uno de los ascensores de la facultad de arquitectura, escuché una curiosa conversación entre dos estudiantes:

– Joder, a veces me gustaría poder ir a una corrección y decir: «Mi idea de edificio es…un edificio».

– ¿A qué te refieres?

– Ya sabes, simplemente un edificio. Estoy cansado de toda esta basura de inspirarse en el movimiento de las alas de un pájaro al alzar el vuelo o la refracción de la luz al atravesar el agua… no sé, a veces creo que estamos haciendo el ridículo.

– Nadie te recordará por hacer simplemente edificios. Así no sales en revistas.

– Sí, quizás…

Así, tal cual: nadie te recordará. Quizás todo empiece a cobrar sentido si aclaro que la conversación tiene lugar en Estados Unidos, y es que aquí la arquitectura se desarrolla en un contexto económico y sociocultural completamente diferente, dominado por el individualismo, el capitalismo, y el marketing.