Spangen State de J.P. Oud – Rotterdam ©Pablo Abad Fernández
«Los tres suben al ‘bloque de Saddam’, como le dicen al edificio en el argot popular. A algún Gropius barato y visionario, un urbanista de medio pelo, le pareció que los bloques de viviendas de la periferia estaban estructurados de una manera tan genial que, más tarde o más temprano, las clases altas se volverían locas por vivir en algo así, y, como consecuencia de esa idea revolucionaria, el bloque en el que Simpel vive con su familia está en un barrio mejor; es un bloque de viviendas de la peor especie, y el urbanista mencionado, en su fe ciega, tuvo que luchar por su visión-de-un-bloque-de-viviendas-unifamiliares-para-la-clase-alta como si luchara por su propia vida, a fin de lograr que el edificio se construyera en este barrio. (…)
A nadie le gusta el bloque; y a la gente que vive en este barrio no le gusta la gente que vive en el bloque; a su vez, a la gente del bloque no le gusta la gente del barrio; y a la gente del barrio, por su parte, no le gusta el bloque en sí, y a la gente del bloque tampoco le gusta el bloque en sí, y ni siquiera se gusta precisamente a sí misma.» [Cocka-Hola Company,Matias Faldbakken]
He tenido la suerte de poder conocer varios ejemplos de bloques de vivienda diseñados por algunos de los más importantes arquitectos. Los he visitado, rodeado, fotografiado, observado, recorrido, algunos los he conocido por fuera y otros también por dentro. Recuerdo con especial interés y admiración el Ruedo de Oíza junto a la M-30 en Madrid, Las Unités d’Habitation de Le Corbusier para Marsella y Berlín, el Spangen State de Oud en Rotterdam o las viviendas sociales de Siza para Bouça en Oporto.
Pero, ¿funcionan estos bloques de vivienda?