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Un idilio entre el arte y la arquitectura: el IFAC

Hay encuentros entre personas que te llenan de electricidad. Cruces de caminos breves e intensos, cargados de magnetismo, de pensamientos compartidos, y de ideas bellas. Pequeñas conexiones inesperadas, fugaces, con fecha de caducidad, y que sin embargo quedan mucho tiempo en la memoria.

A veces, los cruces de caminos no se dan entre personas, sino entre artes, oficios, habilidades, experiencias. La inevitable atracción entre el arte y la arquitectura es una de ellas. Misceláneas explosivas, romances borrachos de imaginación.

Y, muy pocas veces, ocurren ambas cosas a la vez. Y, entonces, sólo puedes esperar a que vuelva a suceder.

Se llama IFAC, y es el International Festival of Art and Construction. Esta celebración de diez días reúne cada año a más de 300 personas de todo el planeta en algún área rural del mapa europeo: almas inquietas, llenas de libertad creativa. He tenido la infinita suerte de ser una de esas 300, y por eso quiero contar cómo es IFAC, desde su apasionante interior.

Ciudad Abierta de Ritoque, paisaje habitado / 44 años después

© Ana Asensio

© Ana Asensio

Partida en dos por la carretera que va de Concón a Ritoque, surge de repente entre las dunas de una playa de aguas embravecidas, y una montaña de descontrolada vegetación, la Ciudad Abierta.

Como suspendida en el tiempo, ausente de todo cuanto sucede alrededor, la Ciudad Abierta se protege, paradójicamente, tras una valla metálica. Es un día feriado, las familias están en sus casas, la puerta está abierta. Pasamos.