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Dibujar a través de la memoria

© Manuel Saga

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Descubrir un tejido urbano, casi un territorio, no consiste en conocer hechos, nombres y números. Bajo los datos existe un sustrato perceptivo, cultural, imaginable. Esa mezcla de especias que diferencian el lugar físico del espacio habitado.

Puente Aranda es una localidad situada en el centro occidente de Bogotá (Colombia), uno de los centros neurálgicos de la actividad industrial de la ciudad. Antes de zambullirnos en su paisaje de torres y silos, mi compañero Alfonso Arango y yo intentamos armarnos con imágenes y percepciones desde la red.

Acudimos para ello a las fuentes oficiales… Sin embargo, a las fuentes oficiales lo que le gustan son los números: Hoy en día de sus 1794 manzanas, 700 tienen uso industrial y 800 son residenciales. Actualmente su Alcaldía Local se encuentra en la Carrera 34 D Número 4-05 en el barrio Veraguas Central y la localidad ya ha superado los 300 mil habitantes, aproximadamente el 5% del total del casco urbano de Bogotá. -Alcaldía de Puente Aranda (Bogotá).

© Manuel Saga

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Como arqueólogos de la era industrial, nos dispusimos a excavar sobre la simple apariencia de la ciudad, utilizando para ello las clásicas herramientas del paseo, la mirada, el dibujo y la fotografía. Puente Aranda se presenta entonces como un conjunto de manzanas cerradas, fortalezas amuralladas con grandes chimeneas como torres vigía. Su interior nos es desconocido, un vacío en blanco donde sólo algunos son los elegidos (o condenados) para entrar y participar de la verdadera actividad del sector: La producción.

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Recorrimos el conjunto comprendido entre la Calle 13, la Carrera 39 y Las Américas, un triángulo rodeado de grandes vías donde se concentran las actividades industriales mejor comunicadas. Aquí sólo se asfaltan las calles donde el tráfico es útil: las vías de tipo primario son grandes autovías de ocho carriles más dos laterales por sentido, las secundarias son calles con baches y huecos, las terciarias son carriles de tierra. Mi intuición me decía que este conjunto de fábricas súperconcentradas y totalmente opacas podía ser representativo de la totalidad del sector.

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Nada más lejos de la realidad: Como reza el párrafo que introduce este post, el barrio cuenta con casi 1800 manzanas, un 5% del total de Bogotá. Una localidad que aún siendo secundariamente residencial tiene censados 300 mil habitantes. Investigar estos datos después de explorar el sector (en lugar de seguir un método “racional”) no fue para mi un error si no una revelación: Si quería conocer con mayor profundidad este territorio, necesitaba un referente, un ancla para no naufragar en el salto de escala.

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Yo nací en la ciudad española de Granada, capital de provincia situada en la Andalucía Occidental, que resulta ser muy conocida por la ciudad palatina de la Alhambra y su pasado hispanomusulmán. Lo que la gente no suele saber es que Granada es una ciudad pequeña, fácilmente paseable de punta a punta en una tarde de primavera. El censo de 2013 nos dice que cuenta con unos 240 mil habitantes, numero que crece gracias al colectivo de estudiantes universitarios que acuden cada año a la ciudad, unos 80.000 según la propia UGR. Ya tenía mi ancla, dibujaría desde la memoria.

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Sólo al superponer dos imágenes satélite de la misma escala, una del contorno de Granada y otra del sector de Puente Aranda, un pobre andaluz como yo puede llegar a entender la envergadura real de esta ciudad industrial, y por extensión de la marea urbana que es Bogotá: 7.776.845 almas, 7.776.846 contando con un servidor.

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Este método de superposición llama la atención sobre puntos concretos del tejido urbano: accesos, cruces, hitos, barrios, parques, vías, ríos, etc. Decidí combinarlo con otras dos herramientas: diagramas que analizaran en profundidad estos “puntos calientes”, y la extracción de manzanas y unidades barriales de su contexto original para ordenarlas por usos, formas y dimensiones. Poco a poco, se formaban ante mi dos mapas hipercomplejos construidos a través de presencias y ausencias, del presente y el recuerdo.

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Al poner sobre la mesa estas estrategias puramente gráficas, podemos entrever la posibilidad de condensar una gran cantidad de información sobre una única cartografía. El tiempo y los medios no han permitido llevar este estudio hasta una profundidad mayor que la simple propuesta de un método, pero el acercamiento paranoico-crítico es ya de por si revelador. Nos hace intuir datos, lugares, posibilidades y conflictos. Establece una relación entre lo conocido y lo conocible.

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Dibujar desde la memoria es una herramienta útil para aquellos que, como yo, se encuentran a la deriva en lugares desconocidos. Tiene la ventaja de fijar bien los pies en el suelo para poder estudiar el horizonte, clavar un ancla que nos permita cierta perspectiva sobre el océano.

Ese océano gris, vasto e insondable.

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Texto: Manuel Saga / Fotografía: Manuel Saga / Escrito original y  simultáneamente para blogURBS- Blog de Estudios Urbanos y Ciencias SocialesThe A.A.A.A Magazine / Cita: Manuel Saga, “Dibujar a través de la memoria” / Fecha 22 abr 2014 / Links de interés: Universidad de GranadaDatos de población en BogotáSobre el método Paranoico-CríticoAlcaldía de Puente Aranda

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