¿Cómo hablan las ciudades?
Existe entre la arquitectura y la estética una inseparable relación, de creación y recreación sin fin, de modo tal que finalmente el mundo estético es también un paisaje. Las formas de las ciudades, su trazado, la topografía de su suelo, los edificios que en ellas se levantan, se muestran como agentes socialmente relevantes, a tal punto que son capaces de participar del proceso creativo que se lleva a cabo en el arte, la música, la literatura, etc.
La mayoría de las veces, dicha relación es asumida de forma inconsciente, a modo de una estructura que está tan arraigada en la ciudad y sus habitantes que estos no logran verla de forma detallada. Por una parte, con ello ignoramos cómo a cada trazado se sigue una forma de creación particular, dada por las sensibilidades e inquietudes que dichas líneas van despertando. Y por otra, olvidamos la capacidad de estos espacios materiales para meterse en nuestra vida, entrelazando el presente y el pasado, haciéndonos visible la vida misma a través de ellos.
Por eso si se quiere saber cómo y por qué se vive y se crea de tal forma, se hace indispensable hacer hablar a las ciudades, a sus fragmentos, calles, objetos, a cada rincón lleno de experiencias retenidas en las edificaciones, y por su puesto observar cómo dichos espacios condicionan dichas experiencias: Lo que acontece, las identidades y sus significaciones.
Pero el dialogo con una ciudad nunca es fácil, porque no se puede hacer hablar a las ciudades con una sola mirada, sobre todo hoy, en que cada vez con mayor frecuencia nos encontramos con la desfragmentación de un espacio urbano en varios de ellos. No obstante, esa desfragmentación nos ofrece una posibilidad infinita de acercamiento a las fabricaciones cotidianas que tienen lugar en la vida en la ciudad, experiencias particulares de los sujetos, discursos de representación e incluso estados de ánimos definidos por la materialidad del espacio físico que habitan. Por lo mismo se hacen necesarios múltiples acercamientos, tantos como fragmentos urbanos sea posible encontrar.
El recorrido debe hacerse sin jamás perder de vista cómo la materialidad nos ofrece un contexto particular para el hecho urbano y todo lo que consigo viene. Para darnos cuenta de la relevancia de los vínculos sociales que trae la arquitectura, debemos concentrarnos en los relatos, seguir en ellos el rastro de los efectos (y afectos) que tiene sobre los sujetos, las construcciones deben dejar de estar en silencio.
Dichos relatos se pueden encontrar plasmados en novelas, poemas, canciones, obras plásticas, y con ellos es posible acceder a los guiones que las ciudades escriben, no sólo por las referencias que es posible encontrar en dichas expresiones artísticas, a plazas, playas, esquinas o edificios emblemáticos, sino porque todas esas formas condicionan la vida de los moradores, sus hábitos, carencias, formas de organización, las imágenes que van construyendo en su mente; lo urbano contextualiza la creación, transformándose en un horizonte de posibilidad de formas particulares para creaciones particulares.
Así por ejemplo, la música “do morro” en Río de Janeiro, es muy diferente a aquella del “asfalto”. Mientras la primera trata temas propios de la desigualdad social, la sexualidad más explícita, y las carencias a las que se enfrentan día a día en las favelas; la segunda muestra una cara más exportable, edificios a la orilla del mar, preocupaciones culturales diferentes, etc.
Así mismo en el pujante Sao Paulo de los años 80 es posible encontrar expresiones musicales que ponían acento en la expansión desmedida de la urbe y la
gran diferencia entre el desarrollo y riqueza de una parte y el retraso de la periferia, mas no sólo como crítica social, sino poniendo atención en cómo los edificios cambian a las personas.
El surgimiento del Post-Punk en la ciudad de Manchester construida bajo el brazo de la revolución industrial, con sus habitantes formados y transformados por enormes construcciones de cemento y la aparente herencia de la modernidad; El blues y su constante nostalgia a la vida y costumbre de los esclavos antes de transformarse en tal y ser transplantados a las plantaciones de algodón y cárceles en Misisipi y su posterior cambio al Chicago Blues, con la migración de los afroamericanos a ciudades más industrializadas, son también muestra de esto.
En la literatura también es posible observar dicho fenómeno, así por ejemplo, en las obras de Albert Camus, existen diferencias considerables entre las escritas en Argelia y las que desarrolló en el París del siglo que recién pasó.
Los ejemplos son numerosos, tantos como los rincones citadinos y cotidianos a los que podemos acercarnos buscando las significaciones mismas que pueden construir las ciudades en sus moradores, porque finalmente existe en los caracteres de la arquitectura un contexto estético que le da forma a la vida misma, haciéndose partícipe en toda creación del hombre.
Texto: Nathaly Mancilla / / Fecha: 29 jul 2014 / Cita: Mancilla, Nathaly: «¿Cómo hablan las ciudades?»