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La calle: el sentido de su historia [Parte 1]

Bienvenidos a «Ideas seleccionadas», subsección de «Fragmentos» donde buscaremos reflexiones escritas merecedoras de ser puestas sobre la mesa. Textos de autores tanto clásicos como contemporáneos capaces de generar un debate actual, que no podríamos transcribir directamente. Aparecerán siempre acompañados de una pequeña introducción y una conclusión propia, con el ánimo de pasaros el testigo a vosotros, lectores, para continuar la conversación. Los criterios de selección serán dos: Primero, textos que aporten ideas claras, contundentes. Segundo, que sean lo suficientemente evocadores como para ser leídos frente a una botella de vino y una tertulia estimulante.

En esta primera ocasión vamos a arrancar con dos fragmentos de «La Calle: el sentido de su historia», del  historiador de la arquitectura Joseph Rykwert. Rykwert, nacido en Polonia en 1926 y formado como arquitecto entre la Bartlett School of Architecture y la Architectural Association, es mundialmente conocido por libros como «La casa de Adán en el paraíso» o «La idea de ciudad: antropología de la forma urbana en el mundo antiguo.» En estos libros, Rykwert se distingue por poner en duda la historiografía y buscar el origen de las cosas. De las palabras, de las costumbres, de las formas, de las ciudades, de la arquitectura…

En «La calle: el sentido de su historia», se aplica esta misma lógica a la calle. ¿Cómo se supone que es una calle? ¿Qué se espera de ella? ¿Cuál es su esencia? ¿Cuál su origen?

Antes todo esto era Campo

¡Hombre Campo! Tenía yo ganas de hablar contigo, ven aquí. Mira que llevo tiempo pensando sobre el asunto, pero nunca he encontrado la oportunidad, así que aprovecho para preguntártelo con honestidad: ¿Qué te ha pasado?, ¡tú antes molabas! últimamente andas de capa caída, ya no eres el mismo de antes. ¡Campo, el dignificador del brutalismo español! Que ha sucedido con ese tipo ¿eh? el señor al que llevo años admirando se está convirtiendo delante de mis narices en un creador de figurillas, que no se da cuenta de que se queda atrás porque en vez de ir mirando al frente, va mirándose el ombligo.

¿Cómo hablan las ciudades?

Existe entre la arquitectura y la estética una inseparable relación, de creación y recreación sin fin, de modo tal que finalmente el mundo estético es también un paisaje. Las formas de las ciudades, su trazado, la topografía de su suelo, los edificios que en ellas se levantan, se muestran como agentes socialmente relevantes, a tal punto que son capaces de participar del proceso creativo que se lleva a cabo en el arte, la música, la literatura, etc.

La mayoría de las veces, dicha relación es asumida de forma inconsciente, a modo de una estructura que está tan arraigada en la ciudad y sus habitantes que estos no logran verla de forma detallada. Por una parte, con ello ignoramos cómo a cada trazado se sigue una forma de creación particular, dada por las sensibilidades e inquietudes que dichas líneas van despertando. Y por otra, olvidamos la capacidad de estos espacios materiales para meterse en nuestra vida, entrelazando el presente y el pasado, haciéndonos visible la vida misma a través de ellos.

Por eso si se quiere saber cómo y por qué se vive y se crea de tal forma, se hace indispensable hacer hablar a las ciudades, a sus fragmentos, calles, objetos, a cada rincón lleno de experiencias retenidas en las edificaciones, y por su puesto observar cómo dichos espacios condicionan dichas experiencias: Lo que acontece, las identidades y sus significaciones.