Quiero hablar de uno de los temas favoritos entre los arquitectos del primer mundo: la pobreza en la ciudad. Supongo que es mi manifiesto personal. O la manera de exteriorizar  lo que sentí en Bolivia este verano, y lo que reflexioné después de dos meses cuando asistí al seminario  Arquitectura y Cooperación. La charla más interesante fue la de la gran Joan Macdonald, arquitecta  dedicada a la habitabilidad básica desde antes que existiera el concepto habitabilidad básica.

La ciudad es el vehículo que encuentran los pobres para salir de la pobreza. Cuando sube la  organización, baja la pobreza. Las posibilidades están también en ciudades medianas. Hay  más pobreza en el campo que en la ciudad. ‘Joan Macdonald en una entrevista para El Pais

Joan es fuerte, directa y tiene mucho, mucho poso. Escuchar sus palabras es emocionante y clarificador. Consigue transmitir la idea de que para conseguir resultados tangibles es necesario dedicar toda una vida a una causa que te mueva, te excite, te llene. Tras su intervención, comenzaron las exposiciones de diferentes equipos dedicados a la cooperación en el campo de la arquitectura. Cuál fue mi sorpresa  cuando vi que la frase más recurrente fue, y cito textualmente, ‘yo lo que quiero es mantener el carácter de pueblo’.

No es justo. No es justo que yo (primera persona, que nadie se sienta ofendido), primer mundista acomodada, condene a los pobres (porque lo son y son muy conscientes de ello) a no vivir en un  lugar que es capaz de ofrecer tantísimas oportunidades y beneficios al crecimiento personal y  profesional. Porque para un español tiene muchísimo encanto vivir en un pueblecito ‘desconectado durante una temporada’ en alguna pedanía de la Castilla profunda. Uno de esos pueblos que hibernan durante todo el invierno. ¿A quién le gusta salir de casa y llenarse de barro tras un mes lluvioso? ¿O congelarse dentro de tu propia casa? Vale, lo eco y rústico está de moda, pero estos pueblos no dejan de ser destinos turísticos donde el desarrollo social y urbano es nulo.

En los países «pobres» la situaciones la siguiente: Cuando llueve, las calles sin asfaltar se convierten en barrizales intransitables debido a que la mayoría de los tugurios no tienen red de saneamiento. Adivinad dónde acaban los desechos orgánicos de cada uno de los casi trescientos mil habitantes del Plan 3000, la zona más pobre de la ciudad más rica de Bolivia.

Me gustan las propuestas de urbanización. Es cierto que a veces lo mejor es no influir en el libre  albedrío de la naturaleza, pero no, en este caso hablo de áreas donde la urbanización ya está completamente implantada, y es muy mala. En su conferencia, Joan decía que existen lugares aún vírgenes donde debemos evitar repetir los errores cometidos en el planeamiento de América Latina. SELAVIP, la organización que preside, se dedica a la selección de proyectos de cooperación al  desarrollo para su posterior financiación (en este enlace podéis ver los proyectos realizados). De los muchos que ha dirigido, os cuento uno que me gustó en particular. Se trataba de una larga y colorida escalera construida para un barrio situado en una montaña de Chile. La finalidad era que  los habitantes no tuvieran que acceder a sus casas a través de una empinada cuesta sin asfaltar. Una solución directa y funcional a un problema fácil de entender. Una respuesta en el lenguaje de la  arquitectura. ¿No os parece una manera increíble de utilizar nuestras habilidades?

«Es que no quieren vivir en bloques de pisos»

Hay un movimiento migratorio constante e imparable del campo a la ciudad. Por mucho que  arquitectos y asociaciones queramos proyectar pueblecitos encantadores y cuquis, los padres de  familia encuentran en la ciudad la única esperanza para el futuro de sus hijos. Como ejemplo, os hablo del ya citado Plan3000 (cuya deplorable situación, por cierto, es ignorada  dentro y fuera de Bolivia). Cada familia que emigra al Plan se establece en un terreno de unos 100m2  (no está mal), en el que construyen una chabola de, normalmente, un único espacio común. Os aseguro que dicha familia no tiene tiempo ni energía para cultivar el archifamoso huerto urbano con el que todos soñamos, pero que no somos capaces de implantar. En Sucre o Cochabamba el caso es  diferente. El problema reside en que no suelen terminar las construcciones, de manera que la planta superior queda sin cubrir, o los huecos de ventana sin carpinterías, o los muros de ladrillo desnudos a 2.810 metros de altura.

Lo habitual es que la construcción de una vivienda termine cuando se acaba el material. En ese  momento se dejan las esperas del hormigón a la vista, se cierran las fachadas de ladrillo y comienza  la vida en el interior. En otros casos construyen hasta que la estructura no resiste más. Entonces, simplemente se dejan menos alturas de las previstas o continúan retando a la gravedad hasta el colapso, como sucedió en un edificio en construcción en Santa Cruz en el 2011. Murieron 16 obreros. ¿Creéis que ha habido  responsabilidades?

«Lo que no puedes pretender es ir a colonizarlos»

Esto me lo dijo un buen amigo. La variedad de opiniones aporta riqueza. No se trata de colonizar ni de imponer mi modo de vida. Se trata de dignidad, una dignidad básica para nosotros pero inexistente para una gran parte de la población. Así lo explicaba Nicolás Castellanos.

‘Cuando me llaman para presenciar un velatorio en una vivienda de suelo de tierra, donde los  parientes beben durante la celebración, pienso en la tristeza de que esa persona no ha  conocido la dignidad ni en la muerte’.

Las soluciones del arquitecto dependen completamente del área del mapa en el que se encuentre. Yo os he hablado de una de las zonas más pobres de América Latina. En otros lugares, como en África, la ayuda viene desde proporcionar acceso a agua potable en cada vivienda, la construcción de aseos públicos con control de aguas, o talleres para enseñar a construir cocinas eficientes y limpias. Por  citar tres proyectos entre los muchísimos que se desarrollan actualmente.

Por otro lado, es común que las ciudades subdesarrolladas limiten o coincidan con espacios naturales. A medida que la mancha urbana se expande, se talan árboles y, en consecuencia, se destruye esa naturaleza que también incluimos en nuestros discursos éticos y estéticos. ¿No sería la solución la ciudad densa? Un término medio entre Kowloon y Levittown. También se hacomprobado que la luz y la gente aportan seguridad. Se han realizado proyectos de reconocido éxito siguiendo esta corriente como podéis ver aquí y aquí. De nuevo, una respuesta funcional a una  necesidad colectiva. En definitiva, aunque las propuestas varíen en fundamento, el fin es el mismo: dignificar la vida.

Texto: Ana G Galiano / Fotografía: Ana G Galiano/ Escrito originalmente para AAAA Magazine / Cita: Ana G Galiano, “Yo lo que quiero es mantener el carácter del pueblo” / Fecha 09 mar 2015