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Abrir la casa del recuerdo

A veces, una imagen nos golpea inesperadamente. Nos ha pillado desprevenidos, entretenidos en otras cosas, en la vida misma, el presente y el futuro. La cabeza ocupadísima, equipada con unos ojos que miran hacia delante y que difícilmente pueden mirar hacia atrás. Por eso, no nos lo vemos venir: el azote de un recuerdo. A veces, es un olor en el aire; otras es una imagen que transporta, algunas, un objeto. A veces, es la simple mirada perdida, que nos hace abrir las puertas del lugar de la memoria. Sin que nos lo esperemos, sin que hubiésemos reparado en esa caja cerrada. Todos los recuerdos que atesoramos se alimentan de lugares y personas. Personas y lugares, sin duda. Si bien, como todo en la vida, los hay fugaces, efímeros, de paso, nos arraigarán dentro aquellos que han construido con nosotros el espacio de la intimidad. El hogar, el lugar donde nuestro pensamiento habita, será una gran caja,...

A veces, una imagen nos go...

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Ciudad

Iré a la ciudad a que me entregue su almaa que me diga su conocimiento, iré.Cuando la luz despunte desde abajo,cuando levante sus manos al aire amontonadoa que me regale sus años y sus secretos, iré. Para perderme en sus calles imbricadasde tiempo,a que me diga que piensa del pasado,a que disponga su remedio a tan solitariopasaje,a eso y a que me abrace, iré. Y cuando el nostálgico silenciose sume a la luz en una danzay cuando el pétreo papelito de sus murosse haga tenue y refulgente cual topacio,cuando ella me sumerja bajo su aliento rasgado,allí escondido,bajo su pecho,latiré de nuevoy de nuevo tú agarrarás mi mano. Iré a la ciudad que ya no existea emborracharme de silencio y de pasadoolfateando las miserias del olvidoamando tu recuerdo con los siglos a mi lado. Texto: Diego Quintas /  Escrito personal, publicado originalmente en AAAA magazine / Cita: Quintas, Diego: “Ciudad” /  Fecha 7 jul 2015 ...

Iré a la ciudad a que me entr...

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