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Al otro lado del charco / Oración a mi tierra

Nací y crecí en un país pequeñito. De tierras fértiles y negras, donde los árboles frutales echan raíz. Agradecidos van juntando sus ramas, van soltando su gran abrazo, cubriendo de sombras carreteras, pueblitos y veredas.

Crecí viendo la cordillera, al horizonte un mar de cielitos opacos por la distancia. Tierra donde los niños corren calzados y descalzos sobre calles de piedra, calles que en verano se calientan y en invierno se mezclan con lodo trazando al azar riachuelos. Vengo del reino del café, que sólo conoce de dos estaciones: la de la lluvia intensa e imprevista, y la del sol ardiente. De ese sol que golpea la piel a cualquier hora del día. Conozco bien el olor a la tierra mojada, a café tostado, el olor tropical de la esperanza. Rincón del mundo, donde por las noches de invierno se duerme con la tonada de la lluvia cayendo sobre tejados destartalados, y en verano se escucha claro el coro de los grillos noctilucos, para despertar por la mañana entre cantos silvestres de pájaros.

Ajedrez. Movimiento y espacio

Vamos a empezar una partida de ajedrez, no voy a sorprender a nadie. Voy a mover un peón, sin perder mucho tiempo en decidir cual…, por ser el primero, dos posiciones al frente.

No es necesario ser un experto en el tema para poder observar la jugada y ser consciente de haber visto cómo emprender en el vacío, como actuar sin precedentes. Pero hay muchas opciones para empezar y hay que estudiarlas. Existen formas de aprender el inicio desde el final, de construir un cuento desde la moraleja. Y también hay formas de asumir un punto intermedio, uno de tantos nudos en la partida como inicio para oír lo pasado y dibujar las siguientes jugadas con permiso del enemigo.