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Cemento. Petróleo. Independencia / Una proyección de las posibilidades de autoproducción del hábitat aislado

La desigualdad entre seres humanos ha alcanzado en la actualidad cotas antes inimaginables, al tiempo que la población mundial aumenta a una velocidad también sin precedentes. Las condiciones de hábitat del grueso de la población mundial en este momento, fuera de la esfera de aparente prosperidad de una serie de entornos privilegiados, no alcanzan siquiera los criterios mínimos para ser considerada una habitabilidad básica. [Artículo Arquitectura: un derecho universal]

Las condiciones, objetivos y procesos necesarios para una habitabilidad básica, resultan superponerse en lo más esencial con los valores medulares tras la producción popular del hábitat. [Artículo El paradigma Aravena]

La arquitectura popular, siempre basada en el empleo de materiales del cercanos, procesos de construcción donde el tiempo y no el capital son la moneda de cambio, acciones comunitarias e intergeneracionales de transferencia de conocimientos, así como habitualmente en relación de resiliencia con su entorno, adquiere una especial importancia para resolver problemas de habitabilidad, especialmente en entornos aislados. [Artículo Arquitectura Popular]

La independencia que la arquitectura popular implica se convierte, en determinados contextos, en la llave de acceso a un espacio habitable básico para millones de personas.

[1]: Virus de la Dependencia, inoculado; causante de la amnesia constructiva. Pueblo en la Cordillera del Atlas. Copyright Ana Asensio, 2012.

Pero sin ese conocimiento y esa memoria cultural, una población sin ninguna capacidad económica queda expuesta a una vulnerabilidad total, un callejón sin salida en las manos de políticas sociales o ayudas de cooperación. Los sistemas constructivos importados u homogeneizados (y muchas veces impuestos por normativas), así como la pérdida de memoria cultural, obligan a los pobladores a una dependencia en cuestión de hábitat.

Olvidar cómo se emplea con sabiduría la tierra, la piedra, la madera, los tejidos vegetales, etc., y confiar casi exclusivamente en los materiales post-industrialización, lleva a una polarización de opciones, entre el hábitat precario popular, y la eterna espera de la prosperidad y el desarrollo, iconizada por la imagen de un material en especial: el cemento. Material, además, adquirible exclusivamente por medios económicos, y basados en el ahorro individual, otro choque frontal con las premisas ya vistas.  Y, en este mundo desigual, el poder adquisitivo establece un insalvable hándicap.

[2]: Imagen del Estudio de ONUDI en 1985, extraída a través del ICHaB, Instituto de Habitabilidad Básica de la Universidad Politécnica de Madrid.

De 209 países, sólo 113 producen cemento con una capacidad de 2.740 millones de toneladas anuales aproximadamente. Así, casi un centenar de países no cuentan con plantas productoras de cemento, siendo la mayoría de ellos estados pequeños o países que se encuentran entre los IDH (Índice de Desarrollo Humano) más bajos en la lista del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo). Las exportaciones del deseado material a estos entornos no-productores marcarán un sobrecoste por transporte determinante. Cemento y combustibles fósiles cooperando entre sí. What a lovely story.

Aunque los vaivenes del mercado son inescrutables… ¿verdad? Veamos. Las diez cementeras más grandes del mundo copan aproximadamente el sesenta por ciento del comercio mundial de cemento y clínker (datos de 2010). El TOP5 de las cementeras acaparan 1/4 de toda la producción de nuestro planeta (y, obviamente, su exportación). Cinco empresas. Vaivenes del mercado mundial.

[3]: Cuadro extraído del «Estudio del sector cementero a nivel mundial y nacional, con particularización de una empresa cementera situada en la Comunidad Valenciana», por Alejandro Ramón Martínez, Licenciatura en Administración y Dirección de Empresas. Datos en millones de toneladas.

Borrar la cultura constructiva de cada lugar es poner a los miles de millones en situación de vulnerabilidad en el supermercado del cemento, donde, cuanto más pequeño eres… más te va a costar. Resulta que los consumidores de saquitos de 25Kg de cemento generan más beneficios que las grandes constructoras. Sólo hay que multiplicar por los millones sin poder adquisitivo. Parece que estamos ante un pez que se muerde la cola, ¿no? Cuanta más pobreza más negocio.

Recordemos que, en datos del Banco Mundial, el 26% de la población global vive en una situación de pobreza extrema (<1,25 USD), y el 48% en situación de pobreza (< 2 USD). Sólo el 18% de los habitantes del planeta vive en regiones desarrolladas, y más de 2.400 millones de personas, es decir, más del 33% de la población mundial, vive en una situación de habitabilidad precaria, sin acceso al agua potable, a sistemas de saneamiento, etc.

Se hace indispensable tener herramientas frente a sistemas impuestos por la dictadura del cemento o el combustible, especialmente si nos centramos en analizar el desarrollo rural, de diferente idiosincrasia al urbano. El encarecimiento por transporte de los materiales industrializados importados, sistema mundial basado en combustibles, hace necesario buscar otra alternativa.

Los retos a los que se enfrentan estas poblaciones requieren, por propia supervivencia, una recuperación de la memoria de hábitat, y la independencia que el empleo de tecnologías populares aporta, siempre repensadas hacia un mejoramiento técnico posible, fruto de la cooperación, donde el empleo de cantidades comedidas de materiales post-industrialización tendría sentido.

Nuestra cultura es nuestra independencia, y nuestra cultura constructiva nuestra llave para un desarrollo humano posible. Un conocimiento estancado es fácilmente expulsable. Un pueblo sin memoria es un pueblo vulnerable.

 

 

Texto: Ana Asensio Rodríguez. Almería / Fecha: 25 de julio de 2017 / Escrito originalmente para el diario El País / Publicado por primera vez el 2 de agosto de 2017 / Accede a la publicación original aquí / Imágenes: información en el pie de foto

Ana Asensio Rodríguez

Ana Asensio (Almería,1986). Arquitecta formada entre Granada, Venecia, Londres, Santiago de Chile y Madrid. Especializada en memoria y arquitectura popular (Beca Iniciación a la Investigación, UGR, 2015), y Habitabilidad Básica para Asentamientos Humanos Precarios (Postgrado UPM, 2017), desarrolla su actividad a través de la investigación, el documentalismo, la acción cultural y la práctica arquitectónica, especialmente centrada en los cruces de caminos entre el conocimiento popular, la cultura contemporánea, los derechos humanos y el hábitat rural. Su trayectoria profesional está íntimamente ligada a los contextos africano y latinoamericano.