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Ellas siempre estarán ahí

París. © Pablo Abad

Madame Paris se peinaba a lo garçon. Te echará el humo a la cara y querrás el beso que no va a dar. Sabe más que tú, o eso cree. Ni sí, ni no, ni todo lo contrario. Ha vivido ninguna y mil vidas y presume de ambas cosas. Te perderá en su buhardilla, entre pósters de Moulin Rouge y Chat Noir. Descoloridos, qué irónico. Presumirá de su arte mediocre y vacuo, aguantarás su falsa bohemia recalcitrante de niña burguesa que reniega de pasado y barrio bien, pero no te besará. Estás avisado. Confórmate cuando te saque una foto que más tarde teñirá con rojo pintalabios. Y serás la nueva follie en la colección de su repisa. Con vistas a La Villete, claro.

Carta: El folio en blanco

Hay quien dice «Qué difícil es sentarse frente a un folio en blanco.»

Lo siento, pero no tienen ni idea. El folio no escribe, el folio no dibuja… el folio no piensa. Eres tú, amigo, y eres tú, amiga. Pero eres Tú. Eres tú y, en muy alto porcentaje, tu pasado. Y tu pasado, como tu presente y como tu futuro, y como dijo aquél, eres tú y tus circunstancias.

Y tu pasado y tú sois tus influencias y, por pocas que parezcan, son más de las que crees. Son tangibles, son cercanas, pero también son etéreas y lejanas. Las conoces, sí, pero no por ello las recuerdas. No todas. Porque el subconsciente funciona.

Ana Chao Gersol

Ana Chao Gersol

¿Está el señor de la casa en la Casa del Señor?

Neue Wache - Berlin - Borja Condado

Neue Wache – Berlin © Borja Condado.

“Dios es uno y está en todos

Y afuera os estáis matando por él,

Por ponerle apodos.”

(Rafael Lechowski)

No creo en Dios. Quizá en dios. Creo que no creo. ¿Qué algo hay y algo habrá? “Llámalo equis, me parece bien; llámalo energía, mejor todavía”, que diría el maestro Sabina. Llámalo destino, o desatino. Llámalo amigo imaginario. Llámalo Guionista. Eso es lo de menos ahora, el asunto aquí es cómo hacer que otros lo sientan, le perciban.

Para ello, el arquitecto a lo largo de la Historia (no voy a meterme a diseccionar tantos siglos) ha utilizado muchos recursos, ideas, trucos, argucias, inventos… Todos ellos a la hora de crear lo que puede denominarse espacio religioso o, mejor aún: espacio sagrado. Todos hemos visitado una parroquia, una iglesia y alguna catedral; algunos también, una mezquita; otros, una sinagoga; varios, un templo budista; y así podría seguir. Más allá de ser, como mínimo, un espacio amplio dedicado a la reunión de seres humanos, cada una de estas tipologías tiene, obviamente, sus características propias, en función de la religión y ritos que ésta profesa.

Voy a centrarme en las iglesias y catedrales, por proximidad cultural y mayor conocimiento y estudio. Como persona no religiosa, durante la carrera (cuando aún se construían edificios en este país), me pregunté: “¿estaría dispuesto a diseñar un espacio religioso?”. Y, ciertamente, aparcando en doble fila los principios (para estar un poco más atento a ellos y que nadie se los lleve), en el catálogo de la arquitectura es quizá el proyecto más apetecible, más artístico, más libre en cierta medida, más ambicioso e, incluso, más interesante. Filtrando muy mucho la definición de “arte” hasta llegar a “aquello que hace sentir”, ¿no sería éste el espacio humano más artístico?

The experiment of Community

Spangen

Spangen State de J.P. Oud – Rotterdam ©Pablo Abad Fernández

<<The three of them went upstairs to the “Saddam’s block”, as everyone calls that building in popular argot. Some visionary and cheap Gropius, a middling urbanist, thought that the blocks in the suburbs were structured so ingeniously that, sooner or later, the upper classes would go crazy for living somewhere like this. And, as result of this revolutionary idea, the block where Simpel is living with his family is located in one of the better districts; it’s the worst kind of building, and the aforementioned urbanist, in his blind faith, had to fight for his vision-of-a-block-of-family-housing-for-the-upper-class as if he was fighting for his own life, in order for the building to be constructed in this district. (…)

No one likes the block; and the people who live in the district don’t like the people in the block; just as the people in the block don’t like the people in the district; and, at the same time, the people in the districtdon’t like the block, and the people in the block don’t like the block itself, and they don’t even like themselves. >>

Cocka-Hola Company,Matias Faldbakken

I have been lucky enough to visit several examples of blocks of flats designed by some of the most important architects. I have visited, photographed, observed and walked around them, some of them from the outside and others also inside. I remember with huge interest and admiration El Ruedo by Sáenz de Oíza in Madrid, the Unités d’Habitation by Le Corbusier for Marsella and Berlin, the Spangen State by Oud in Rotterdam or the social dwellings by Siza in Oporto.

Do these blocks really work?

Cinco días en Bosnia

Para ambientar el artículo, pulsa play y deja que la música acompañe al texto. Descubrí a este artista gracias a un bosnio que conocí en Sarajevo y, por conexión, me retrotrae allí.

Bosnia huele a guerra. Aunque no quiera, porque no quiere. Pero huele a guerra. Y no quiere olvidar, ni debe, pero aún hoy huele demasiado a guerra. Ni tan siquiera un pequeño atisbo de acento latino – que nunca sabrás de donde ha salido – puede llegar a endulzar un paisaje tan bello como frío.

Bosnia es ese país donde la niebla invade las montañas. Donde la niebla te cala dentro. Una niebla que no es agua, sino fuego. Una niebla que salió del cañón de millones de armas humeantes y que, vagando por todo el país, hoy se hace pasar por niebla. Una niebla que te empapa de frío, miedo, tensión… de todas las sensaciones que provoca esconderse. Bosnia es un país donde los agujeros de bala no se olvidan, ni se tapan, pero duelen. Y no duelen tanto los que se ven como los que no se ven, porque sabes dónde han ido a parar esas balas que no llegaron a horadar ese muro, esa fachada, esa ventana o ese coche.

El Experimento de la Colectividad

Spangen

Spangen State de J.P. Oud – Rotterdam ©Pablo Abad Fernández

«Los tres suben al ‘bloque de Saddam’, como le dicen al edificio en el argot popular. A algún Gropius barato y visionario, un urbanista de medio pelo, le pareció que los bloques de viviendas de la periferia estaban estructurados de una manera tan genial que, más tarde o más temprano, las clases altas se volverían locas por vivir en algo así, y, como consecuencia de esa idea revolucionaria, el bloque en el que Simpel vive con su familia está en un barrio mejor; es un bloque de viviendas de la peor especie, y el urbanista mencionado, en su fe ciega, tuvo que luchar por su visión-de-un-bloque-de-viviendas-unifamiliares-para-la-clase-alta como si luchara por su propia vida, a fin de lograr que el edificio se construyera en este barrio. (…)

A nadie le gusta el bloque; y a la gente que vive en este barrio no le gusta la gente que vive en el bloque; a su vez, a la gente del bloque no le gusta la gente del barrio; y a la gente del barrio, por su parte, no le gusta el bloque en sí, y a la gente del bloque tampoco le gusta el bloque en sí, y ni siquiera se gusta precisamente a sí misma.»  [Cocka-Hola Company,Matias Faldbakken]

He tenido la suerte de poder conocer varios ejemplos de bloques de vivienda diseñados por algunos de los más importantes arquitectos. Los he visitado, rodeado, fotografiado, observado, recorrido, algunos los he conocido por fuera y otros también por dentro. Recuerdo con especial interés y admiración el Ruedo de Oíza junto a la M-30 en Madrid, Las Unités d’Habitation de Le Corbusier para Marsella y Berlín, el Spangen State de Oud en Rotterdam o las viviendas sociales de Siza para Bouça en Oporto.

Pero, ¿funcionan estos bloques de vivienda?