Arte y Arquitectura: Habana en Mediterráneo / Agnes Fong
La ciudad caótica de semáforos y coches, o la ciudad pequeña con su desorden amable; la ciudad tuya, o la ajena; la ciudad de luz gris y coloridas casas, o luminosa de neutro blanco pintada. La ciudad es mezcla. De edades, de personas foráneas y autóctonas, de ideas, y formas de vivir. Pero finalmente la ciudad es una. Una sola. Las miradas sobre ella, ésas son las múltiples.
Mirar la ciudad en la que has nacido, y siempre has vivido. Mirar esa misma ciudad desde la lejanía y el recuerdo de las calles que ya no son tu cobijo. Mirar la ciudad nueva, la de los sueños alcanzados, la vida que recién comienza de nuevo. La ciudad a la que huyes. La ciudad de la que escapas. La que te abraza.
¿Cómo conocer a esa escurridiza dama? Misteriosa, tiene múltiples caras, cambia de máscara cada vez que la crees conocer, cada día que pasa, cada año que te atrapa. Cómo desentrañar sus transformaciones, sus rechazos, sus fracasos, sus nacimientos.
«Dibujar la ciudad, el entorno del hombre, una forma de entendimiento.
Escribir al hombre, una estrategia para dibujarlo». [Agnes Fong]
Entre la poesía y el dibujo, la obra de Agnes Fong delinea las idas y venidas humanas, las diferentes personas reflejadas en esa miscelánea ciudad. Cada casa podría ser una persona (su vida, sus viajes, sus antepasados), y cada calle podría ser un destino emprendido, o una ruta a explorar.
Agnes Fong Lucero es una diseñadora industrial, ilustradora y poeta de Santiago de Cuba, afincada en Almería desde el 2012.
Licenciada en Diseño Industrial en el Instituto Superior de Diseño de La Habana (Cuba, 1990), acumula más de veinte años de experiencia en el diseño industrial y gráfico, once de ellos en la Dirección de Publicidad del Departamento Comercial del Centro Histórico de la Habana, así como impartiendo clase en el Instituto Superior de Diseño de la Habana.
Como poeta, obtuvo el Premio Luis Rogelio Nogueras de Poesía en 2006, publicando ‘Con pez en la boca’ (Extramuros, 2007), y diversos poemas en ‘ En el ojo de la luz’, antología de poetas y artistas plásticos cubanos (Diana Ediciones, 2009).
Tanto su obra gráfica como literaria se bañan de vida. Agnes dibuja a tinta sobre papel, a veces a línea, a veces jugando con la acuarela, pero siempre vibrante, siempre con el cromatismo de lugares activos en los que es transeúnte. Agnes escribe sus miradas en verso, su pisada al caminar, igual que dibuja sus pasos por las calles de la ciudad.
«Escribe viviendo, sometiendo la vivencia a una decantación súbita, registrando los depósitos de vivir, macerando a viva enumeración el ensueño y la esperanza. Al penetrar en lo vivido somete los sentimientos al ojo escrutador, suspende las frustraciones bajo una implacable distancia […]». [Roberto Manzano, de Cubaliteraria]
La serie de dibujos Habana en Mediterráneo nos introduce dentro de esa ciudad cambiante, a través de la mirada limpia y aún lejana o distante, como la mirada del que observa, o la del que trata de recordar. Sus ilustraciones urbanas parecen querer observar la globalidad de la urbe, o del barrio, como si quisiera abarcarla completamente para desenmascarar su intimidad.
«El origen de esa inquietud bien pudiera estar en mis mudanzas de una vivienda a otra, de una ciudad a otra y la necesidad de reconfigurar cada nuevo espacio, adaptarlo, hacerlo habitable no solo física sino sentimentalmente, igual que se interpreta y traduce un paisaje nuevo. Esos cambios de una ciudad a otra reinterpretando sus códigos de funcionalidad y belleza ha sido el empujón o impulso para el dibujo.
Dibujar Almería por ejemplo fue comenzar a entender y asimilar Almería, aprehenderla en todos los sentidos. ¿comenzar por un aprendizaje visual y luego otro y otro? Tal vez. Una manera de entrar en otro mundo, atraparlo, quererlo, hacerlo tuyo.
Dibujar la Habana desde Almería en cambio ha sido sacar de la memoria sentimientos y estados de ánimo.
Todo lo que he hecho ha sido traducir lo que he visto. Decodificar y volver a ordenar para entender, para hacerlo propio en la medida de posible. Reinterpretarlo para habitarlo.»
Agnes es diseñadora, ilustradora y poeta, pero no es arquitecta; sin embargo, sus poemas e ilustraciones se adornan constantemente de arquitectura, de ciudad, de fachadas, paseos y fuentes, que de una manera o de otra proyectan y construyen un hábitat.
Ese aparente caos de muros y ventanas, de callejones y escaleras, adquieren cierta armonía y unidad, tanto por el trabajo de línea y color, como por un cierto orden geométrico casi subliminal. La ciudad miscelánea se reordena a través de su mirada, y de esa manera la conoce, entra en su intimidad, y la hace su lugar.
«Me inspira la armonía en lo que veo. La belleza que transmiten los asentamientos humanos. La geometría y la gracia que pueden encontrarse en las tramas urbanas con su contraste de formas, materiales, colores, luces. Una imagen que puedas encontrar en la mitad del camino y en la que te sorprende esa amalgama de muros, tejados, calles, plazas.
Por qué exactamente me atrae esto, no lo sé. Tal vez en el fondo o en el principio de cada dibujo esté la inquietud no satisfecha por la arquitectura y lo urbano; por reconocer esas diferencias que identifican y marcan los modos de vida, la adaptación al medio geográfico que ha hecho y hace el hombre de continuo, y que en definitiva determinan la cultura y las raíces de cada lugar. Y a la vez disfrutar la posibilidad de componer- descomponer o recomponer el orden urbano, recrearlo.»
El punto de partida, una atracción invisible por la arquitectura como lenguaje de la vida de los hombres, aunque no desde la intención de transmitir algo al dibujar, sino como mera herramienta para reconocer el territorio y la cultura, a través de esos posos y huellas humanas. Y algo más, como una necesidad de, en lo efímero de los traslados y los cambios de ciudad, robar algo y hacerlo eterno, fijar en la subjetividad del dibujo esa imagen desentrañada de la ciudad.
«Partía de leer mi entorno con la herramienta que tenía a mano, afín además por profesión. […] Diría además que reconocerlo a los demás, mostrarlo, perpetuarlo de alguna manera.
Todos hemos tropezado con esa arquitectura que ha dejado de ser o existir por diferentes causas. El tiempo, el abandono, la desidia, la indolencia humanas, han conspirado entre ellos para desaparecer un espacio o construcciones cuyo valor solo quedará en nuestra memoria y las páginas de algún libro. […]
Encontrar luego que parte de lo construido por el hombre pudo quedar en un dibujo, es un sentimiento reconfortante, como la fotografía.»
La ciudad es mezcla. Pero finalmente la ciudad es una sola. Las miradas sobre ella, ésas son las múltiples. Por eso se crea una relación personal, casi un romance, entre la ciudad y la persona; ese misterio que se destapa, ese conocimiento que creemos adquirir, es temporal, como las personas, y subjetivo, porque es una interpretación, una lectura. La verdad objetiva no existe, igual que la ciudad inmutable y verdadera, tampoco.
«En mi caso reinterpretar ese entorno jugando con sus elementos forma parte de una visión muy personal, me gusta que aparezcan en ellos construcciones que pueden ser fácilmente reconocibles por quienes lo miran, mientras las rodeo de soluciones que me permito incorporar: calles, plazas o puentes que no existen, edificios que tomo de un lugar u otro y pasan a formar parte de otro paisaje. Cuando la gente reconoce su entorno, su calle, la zona donde vive en un dibujo lo hace suyo, se identifica, porque se reconoce.
No hay nada que pueda sustituir el lápiz o la pluma al plasmar nuestros pensamientos. Hay pocas cosas que pueden sustituir el dibujo del hombre al reconocer su entorno. Y el dibujo, es una manera de leerlo.»
Texto: Ana Asensio Rodríguez + Entrevista a Agnes Fong / Imágenes: Agnes Fong / Escrito originalmente para AAAA magazine / Cita:Asensio, Ana. “Arte y Arquitectura: Habana en Mediterráneo / Agnes Fong” / 30 jun 2015 / Lugares de exposición de la obra de Agnes Fong / Lugares de publicación de nueva obra [1], [2]/ Otros links de interés [1], [2]