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Arquitecturas en papel / Mis investigaciones sobre la historia de la arquitectura y de la civilización

Compré esta casa, después de volver de Francia, por la suma hoy francamente ridícula de novecientas cincuenta libras, y luego desempeñé mi docencia treinta años, hasta que, en 1991, me jubilé anticipadamente, en parte, dijo Austerlitz, por la estupidez que, como me consta, se extiende cada vez más también por las universidades, y en parte porque confiaba en poder llevar al papel mis investigaciones sobre la historia de la arquitectura y de la civilización, como me había propuesto desde hacía tiempo. Quizá yo, eso me dijo Austerlitz, me hubiera hecho ya una idea de la amplitud de sus intereses, de la orientación de su pensamiento y del estilo de sus observaciones y comentarios, hechos siempre improvisadamente y, en el mejor de los casos, recogidos en forma provisional, que últimamente abarcaban miles de páginas. Ya en París tuve la intención de reunir en un libro mis estudios, pero luego fui aplazando cada vez más su redacción. Las diversas ideas que me hice en diversos momentos de ese libro que escribiría iban desde el plan de una obra sistemáticamente descriptiva en varios volúmenes hasta una serie de ensayos sobre temas como la higiene y el saneamiento, la arquitectura de los establecimientos penitenciarios, templos profanos, hidroterapia, jardines zoológicos, salidas y llegadas, luz y sombra, vapor y gas, y otros semejantes.

Naturalmente, ya la primera ojeada a mis papeles traídos del Instituto a Alderney Street mostró que, en su mayor parte, se trataba de esbozos, que ahora me parecían inútiles, falsos y mal trazados. Lo que, hasta cierto punto, resistió el examen comencé a recrearlo y ordenarlo de nuevo, para hacer surgir ante mis ojos, como en un álbum, la imagen del paisaje, sumido ya casi en el olvido, que había recorrido como viajero.

 

Fragmento de Austerlitz (2001), de W. G. Sebald / Seleccionado por AAAA magazine /

Editorial