Jaulas
Estábamos tan concentrados que cuando nos dimos cuenta caminábamos en fila, uno detrás de otro, como si necesitásemos que alguien nos marcase la ruta. Tener a quien seguir. Maniática manía agotadora de almas y zapatos que empezamos a odiar cuando se acabó la senda.
El espacio era finito.
Nuestra vida, rutina disfrazada.
¿Qué se supone que deberíamos haber hecho?
¿Dejarnos morir como un sofá sin patio?