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Arte y arquitectura: El discurso de Diógenes / Manuel Marchant

¿Podemos explorar la memoria desde la destrucción material? ¿Puede ese colapso reivindicar un presente diferente, ligado a un pasado que recordar?

Hace algún tiempo conocí en Chile el trabajo de Manuel Marchant, un arquitecto seducido por la magia de la memoria de lo construido (y de lo destruido), y las vidas superpuestas como estampas que los lugares albergan, o que con ellos desaparecen. Algunos años han pasado ya desde esa obra fotográfica («Fábricas, a escena del crimen») hasta el actual proyecto, pero la profundidad de sus imágenes pervive. 

La fotografía y postproducción de Manuel son una acumulación y una catarsis, son creación a partir de lo que desaparece, y las lecturas que se pueden sacar de ello son una amalgama entre vidas y arquitectura, entre sociedad y economía, entre pasado y presente, ligadas por el lenguaje gráfico de dos únicas dimensiones, la fotografía, que obliga al tiempo y la elevación a frenarse durante un instante parado de reflexión.

Cenizas 06

Cenizas 06 © Manuel Marchant

Un Campo de Refugiados es una Ciudad

Cortesía de refugeecamp.ca

¿Qué papel tiene la arquitectura en un conflicto?

La arquitectura para emergencias es apasionante. Es la simplificación de las necesidades básicas de los seres humanos hecha arquitectura. La escasez de recursos, la necesidad masiva de supervivencia.

Cuando pensamos en arquitectura de emergencias a menudo nuestra mente se va a pueblos arrasados por una inundación, un huracán, un tornado. Familias incomunicadas que lo han perdido todo, y, por consiguiente, pueblos que reconstruir. Pueblos y vidas que reconstruir.

Tras una catástrofe se empieza una nueva casa para una nueva vida. Un nuevo futuro que reconstruya un pasado convertido en escombros. Pero muchas otras emergencias tienen una índole aún más dramática: Los conflictos políticos y armados desplazan cada año a millones de personas.