Espacios arquitectónicos en el cine / ¿Cómo y por qué se eligen?
La Torre Eiffel, La Gran Muralla, El Taj Mahal, La Estatua de la Libertad, el Cristo Redentor, El Big Ben, El Macchu Picchu, La Torre de Pisa y el Burj Al Arab. Todas éstas son construcciones de alto nivel icónico que nos depositan instantáneamente en su país de implantación. También están aquellas que nos adentran aún más geográficamente: la Casa Milà, la Biblioteca Central de Seattle, los museos Guggenheim, el Centro Pompidou, el Caixaforum, el Congreso Nacional Brasileño y el Ayuntamiento de Saynatsalo por nombrar algunos. Mientras uno se transforma en arquitecto incrementa sensiblemente la capacidad para ubicarse en tiempo y espacio mediante la imagen de urbanizaciones o de arquitecturas.
¿Qué sucede en el plano cinematográfico? ¿Qué sensaciones causa poder reconocer obras arquitectónicas y urbanizaciones dentro de una película? El espectador se enfrenta al filme y mientras congenia con la trama, se aclimata con las locaciones seleccionadas para filmar. Es aquí que surgen dos realidades: Por un lado, la del arquitecto, apto para identificar ciertos edificios. Por otro lado el “no-arquitecto”, que probablemente desconozca una obra de renombre empleada como escenografía, así como, en consecuencia, su ubicación.
Dadas estas dos realidades, ¿Qué elementos juegan para la industria cinematográfica en el momento de escoger una obra de arquitectura para convertirla en locación?