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Ella y yo, 10.30 h en GMT -4

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© Ana Asensio

Hoy he abierto los ojos, aún aturdida por los vinos de la noche. Llegué a casa resonando los tacones por las calles de Lastarria, huyendo de la lluvia que se venía. La primera lluvia de este otoño en mayo, que dibujaba manchas aceitosas rosadas y verdes en el asfalto. Al despertarme somnolienta, y pararme sobre mi colchón en el suelo,  una mano en la frente tanteando mi resaca, la otra rebuscando la toalla para empezar con agua caliente un nuevo día de trabajo, algo nuevo me ha hecho saltar hacia atrás sorprendida.

Allí estaba ella. La mágica, eterna y fuerte; la misteriosa, escurridiza y cambiante. La deseada. La temida. La Cordillera de los Andes.