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Abrir la casa del recuerdo

A veces, una imagen nos golpea inesperadamente. Nos ha pillado desprevenidos, entretenidos en otras cosas, en la vida misma, el presente y el futuro. La cabeza ocupadísima, equipada con unos ojos que miran hacia delante y que difícilmente pueden mirar hacia atrás. Por eso, no nos lo vemos venir: el azote de un recuerdo. A veces, es un olor en el aire; otras es una imagen que transporta, algunas, un objeto. A veces, es la simple mirada perdida, que nos hace abrir las puertas del lugar de la memoria. Sin que nos lo esperemos, sin que hubiésemos reparado en esa caja cerrada. Todos los recuerdos que atesoramos se alimentan de lugares y personas. Personas y lugares, sin duda. Si bien, como todo en la vida, los hay fugaces, efímeros, de paso, nos arraigarán dentro aquellos que han construido con nosotros el espacio de la intimidad. El hogar, el lugar donde nuestro pensamiento habita, será una gran caja,...

A veces, una imagen nos go...

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Publicado el fallo del concurso IOA Venice / Arquideas

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Ya ha sido publicado el fallo del jurado del concurso internacional organizado por Arquideas, ISAND OF ARTS (IOA) VENICE. De las 142 propuestas presentadas desde 30 países han sido seleccionados, como en concursos anteriores, 8 proyectos (5 menciones honoríficas y 3 premiados) que representan los valores que siempre pretende Arquideas y el jurado responsable de cada edición: claridad para transmitir la idea de proyecto, calidad arquitectónica, coherencia de emplazamiento, relación de la propuesta con el paisaje, respuesta al programa de usos propuestos y una mirada siempre sensible a los criterios de sostenibilidad y aprovechamiento energético.

El amplio elenco de propuestas recibidas y premiadas han generado finalmente una riqueza de de planteamientos ecléctica para este espacio que se destinará a albergar diferentes actividades vinculadas al arte y a la cultura, en un lugar tan singular y delicado como Venecia.

«Gracias a su privilegiado emplazamiento, el espacio de representación objeto del concurso pretende convertirse en un referente internacional en el mundo de las artes y la cultura, donde diferentes tipos de eventos tengan cabida: representaciones teatrales, instalaciones efímeras de arte, fiestas de Carnaval, exposiciones temporales, proyecciones… todas
ellas dotarán a este nuevo espacio de la importancia requerida […] Las propuestas seleccionadas representan en su conjunto los valores pretendidos en el concurso, acercándose al problema desde distintos enfoques muy meditados y llenos de talento.»

Desde AAAA magazine, como partners de Arquideas y colaboradores del concurso, queremos compartir con vosotros el acta del jurado, y los distintos equipos y proyectos ganadores. Podéis acceder también a la información desde la web del concurso. ¡Enhorabuena a los premiados!

Mucho más que un lugar donde lavar ropa

Hoy en día el gesto de meter la ropa sucia en el tambor de la lavadora, apretar el botón y esperar que ésta termine su labor mientras hacemos otras cosas es algo cotidiano y anodino. La mayoría tenemos una lavadora en casa o acudimos a establecimientos que cuentan con ellas.

Pero este electrodoméstico es un instrumento bastante reciente. Pese a que se inventó hace más de cien años (1901), tardó en popularizarse, entre otras razones porque la electricidad tardó mucho más tiempo en ser un servicio de uso común. Además, todavía en los ’70, la mayoría de municipios rurales en España no contaban con las instalaciones precisas para dotar a las casas de luz o agua.

Esto no sólo afectaba a la hora de lavar la ropa sino que significaba que el acopio de agua para tareas como la limpieza de la casa, higiene personal, cocinar y abrevar los ganados, era una actividad diaria, repetitiva y muy pesada. ¿Quién realizaba estas tareas? En el caso de las zonas rurales, el transporte del agua desde la fuente al hogar era realizado por mujeres y a veces por niños, frecuentemente niñas, a excepción de la conducción de los animales al abrevadero que era una actividad mixta.

Entre todos estos trabajos domésticos femeninos, el lavado de la ropa era el más odioso y uno de los más severos, ya que necesitaba de agua en abundancia. En muchos lugares significaba ir al río o a la acequia cargadas con un cesto con ropa sucia, la banca y el jabón casero. Como parte del trabajo obligatorio y gratuito de las esposas y amas de casa e independientemente de la época del año, se lavaba la vestimenta de toda la familia (que solía incluir una media de diez miembros) junto con sábanas, mantas, colchas y toallas que había que mojar (la ropa empapada de agua pesa cuatro veces más que la ropa seca), enjabonar, escurrir y tender en una actividad cíclica que nunca se acaba. Empapadas de agua helada a la intemperie, estas mujeres solían sufrir enfermedades bronco-respiratorias y dérmicas ya que las manos con el frío y la humedad se abren, sangran y aparecen sabañones.

Con el paso del tiempo, muchos ayuntamientos construirían lavaderos cubiertos. Por un lado, supuso un avance ya que estarían más cerca del poblado y menos expuestos a las condiciones meteorológicas. Pero por otro, el estar alejadas del pueblo significaba estar en lugares fuera del alcance de los poderes públicos y eclesiásticos, en los que se podía charlar más abiertamente, había cortejos y un ambiente un poco más relajado.