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#Entrevistarq / Entrevista a Ana Asensio de AAAA magazine

Accede a la publicación original publicada el 19-11-2015 aquí. Compartimos la entrevista que nos hicieron desde la fuente original:

Ana Asensio: “No me gustan los sitios que reciclan información, hay que generar conocimiento”. Entrevista a Ana Asensio, creadora y directora de AAAAmagazine, una revista que recoge toda su personalidad. Arquitectura, Arte, Arqueología y Antropología son las cuatro vías principales del proyecto, Ana no concibe hablar de una sin las otras. 

¿Sigues en la carrera?

Sí, sigo en la carrera porque, la verdad, nunca me ha llenado la forma de estudiar arquitectura que marcan los planes de estudios. Siempre he ido haciendo mi camino yo misma, viajando y trabajando en otros países o sacando proyectos como AAAA magazine. Estas cosas han supuesto parones en la carrera y creo que ha sido lo mejor.

Yo he pensado en hacer más de un parón de ese tipo, pero en cuanto cuentas la idea viene todo el mundo a decirte “acaba la carrera” “ya tendrás tiempo cuando acabes”… y este tipo de cosas me parecen muy enriquecedoras en la formación de un arquitecto.

Sí, puedes hacer las cosas después o durante la universidad. Yo elegí lo segundo porque quería disfrutar la carrera más, quería enriquecer todo lo que nos enseñan con mis propias experiencias.

¿Cómo surge la idea de la revista? ¿Surge en la escuela?

Este tipo de proyecto se va fraguando a lo largo de los años, no se te ocurre en un momento. La revista es una forma de dar sentido a todo lo que he hecho anteriormente. Tiene mucho que ver con todas las carencias que he encontrado en la carrera.

Por ejemplo, a mí siempre me había atraído mucho la arquitectura popular y me resultaban muy forzadas las clases de proyectos, las correcciones… me parecía todo muy dictatorial. Así que pedí todas las becas que pude para irme, y a raíz de moverme por otros países pude ver otras formas de entender la arquitectura. Me di cuenta de que faltaba una intercomunicación mayor entre los estudiantes y desde ahí desarrollar esos temas que nunca se tratan en la universidad.

A parte, empecé a escribir mis primeros artículos, a mandarlos a sitios, mi aprendizaje de lo que es comunicación de la arquitectura. Ya cuando regresé de Sudamérica hace dos años tenía que materializar todo eso que había aprendido, así que decidí montar la revista.

¿Empezaste sola con la revista o erais un equipo al empezar?

Es una iniciativa mía. Yo ya tenía un rodaje en esto porque había publicado en sitios, como cuando estuve en Chile trabajando en Plataforma y en Archdaily, así que tenía los conocimientos para llevar a cabo la idea. Pero claro, yo sabía que esto tenía que hacerlo con más gente, porque no se puede hacer nada bueno solo, y además es tremendamente aburrido.

En la revista cabe todo el mundo, abre las puertas a todas aquellas personas que tienen inquietudes en el mundo de la arquitectura pero que no encajan mucho, que tienen cierta excentricidad con respecto a la corriente general.

La revista necesitaba una coordinación de la que yo me hago cargo (propongo temas, organizo agenda, propongo autores…) pero tenemos muchos autores. Aunque yo lo coordine, el proyecto tiene una vocación global y está abierto a todos. Es global además porque un autor puede estar escribiendo sobre algo en la otra punta del planeta y mediante email los dos aprendemos sobre el tema, lo enriquecemos.

¿Cuánta gente ha participado en la revista?

Somos unos cuarenta por ahora, entre autores, editores, traductores, ilustradores, fotógrafos, etc.

Es signo de éxito, porque si alguien quiere publicar ahí sus ideas es porque le gusta mucho la revista.

A mí lo que de verdad me hace sentir que esto tiene éxito es que la gente entienda la idea de la revista, que alguien me escriba y me diga que AAAA le gusta y por qué le gusta. Cuando ese “porqué” es lo que intentamos conseguir, es una gran satisfacción.

¿Cómo han llegado los lectores?

Esto es muy importante, porque los tiempos en internet ya sabes cómo son: puedes estar haciendo algo buenísimo durante años y que no te lea nadie, y luego de repente empieza a leerte todo el mundo porque algo se viraliza. Todo esto no va con la lógica de la calidad de los proyectos, es algo aleatorio. Por eso es más importante de lo que parece conocer los canales de los lectores, para optimizar.

Es complicado, pero creo que poco a poco se puede crear una red de lectores, sobre todo gracias a la empatía. Es cierto que en nuestro caso también ayudó mucho que ya traía conmigo un cierto número de lectores. Cuando empecé no tenía claro que fuese a ser una revista, pero me sentí muy arropada por muchos lectores.

Fernando Jiménez de Cortaypega nos dijo que ya le gustaría a él haber viajado tanto como tú.

Sí he viajado mucho. La gente cree que el moverse es cuestión de tener dinero y tiempo, pero realmente no es así, yo creo que es un estado de ánimo. Si viajar te hace vibrar simplemente te lanzas, por el camino todo se va ordenando. Además siempre he intentado darle un sentido académico a los viajes para no sentir que me alejo demasiado de la carrera, siempre he tratado de cubrir cada etapa pidiendo una beca o desarrollando algún proyecto que pudiera implantar a la vuelta en la escuela. Estuve de erasmus en Venecia, preparando un proyecto de cooperación en Marruecos, luego me dieron una beca para Santiago de Chile y estuve trabajando 7 meses en Inglaterra para poder pagarme la estancia en Santiago, con una erasmus – prácticas en Londres. Cuando acabé en Santiago estuve de ruta por Perú y Bolivia dos meses más.

Siempre me he ido buscando el modo para seguir viajando y para justificar eso cuando se supone que tengo una súper obligación como es la carrera.

Además intento no tanto viajar sino vivir en esas ciudades, no me apetece tanto visitar cuatro monumentos como aprenderme el nombre del panadero de la esquina. Me hace más feliz.

Dices que dejas la carrera en standby pero todo esto me suena a una carrera de arquitectura cojonuda.

En mi opinión son cosas que deberían estar en los planes de estudios. Debería ser obligatorio que en mitad de la carrera parases un año, hicieses prácticas en un sitio, aplicaras lo que has aprendido y luego siguieses con la carrera sabiendo de qué va el mundo real. Así funciona en Inglaterra. O todos los viajes y workshops que los alumnos se tienen que pagar por su cuenta, deberían ser igual de importantes que cualquier asignatura de proyectos.

Cuando sales de lo que ahora llaman “zona de confort”, el tiempo se multiplica, porque estás recibiendo estímulos nuevos constantemente. Las escuelas acaban siendo como cárceles en este sentido. Esas entregas de tres semanas sin dormir dibujando polilíneas no te forman como arquitecto, aunque después vayas a trabajar así. Además nos meten en la carrera la idea de que la asignatura de proyectos es la única importante, y que un arquitecto debe dedicarse a eso y si no es un fracasado, cuando eso es mentira, un arquitecto puede dedicarse a mil cosas y tener éxito en cualquiera.

¿En cuál de estas etapas se forja tu manifiesto? “La arquitectura es más antigua que la profesión del arquitecto. La arquitectura es expresión de pueblos, gentes y culturas. Es inherente al ser humano […]” Supongo que Marruecos tuvo mucho que ver.

Pues no. Yo creo que ya entré en la carrera así. Nací en Almería y me crie en el campo, entre cortijos de piedra: Vivíamos en una casita en el campo (a los pocos años de hacerla declararon la zona reserva natural, con lo cual estábamos solos en un sitio muy especial), mi familia siempre ha sido muy sensible a estos temas, mi padre era aparejador. …

Yo era la última de cinco hermanos y era un poco asalvajada, salía sin decir adiós y me recorría la montaña, metiéndome en casas abandonadas… entonces para mí la arquitectura era una cosa muy humana, vinculada directamente a raíces y sentimientos.

Luego en la carrera….

Claro, llegas y te dicen que la arquitectura es un juego de volúmenes bajo la luz y…  ¿de qué me estás hablando? ¿Te has preocupado alguna vez por las personas que viven ahí?

Yo tenía ese run run, no es que me haya encontrado esta forma de pensar en un viaje sino que la he ido provocando. Yo necesitaba saber que esos sentimientos eran verdad.

La crisis ha fomentado también este pensamiento.

Sí, yo lo siento por la gente que ha sufrido la crisis económicamente. Yo creo que las crisis son naturales (con excepciones) y vienen tras una crisis ética. La crisis ha provocado que la gente no esté tan cómoda, que no todo venga de manera automática y que tengan que pensar para reinventarse. A parte te hace mirar más allá de tus fronteras. Antes la aspiración era tener un trabajo fijo y cerca de casa y si no era así parecía algo inestable. Nosotros hemos nacido en esa inestabilidad y eso te enseña a arriesgarte, a no buscar lo estático, a tomar decisiones sin miedo, a vivir más el presente…

Hay mucha gente que ha salido del país y que no lo habría hecho si no hubiese habido crisis, eso es un enriquecimiento para el país brutal porque volverán con muchas experiencias a sus espaldas.

Las cuatro A. Arquitectura – Arte – Arqueología – Antropología. ¿Cómo llegan a ser estas cuatro la base de tu revista?

Son las vías a las que sin querer llegaba cuando reflexionaba un poco sobre arquitectura: con el arte,  con interpretaciones antropológicas de la ciudad, la arqueología además es la gran olvidada por nosotros pero me parece importantísima. Creo que no se pueden desvincular unas de otras porque vienen de la expresión humana: La arquitectura y el arte son la expresión, la arqueología la huella y la antropología es el patrimonio intangible, me parecía imposible separarlas.

No quería darle un nombre llamativo pero sí dejar clara esas cuatro vías desde el principio. Es gracioso porque mucha gente conoce la revista pero no saben cómo pronunciarla, cada uno la llama de una manera y eso es lo de menos, a mí me interesa que la gente lo comprenda.

Eso sí, el diamante todos lo conocen, tiene mucho sentido porque la estructura interna del diamante son capas interconectadas y eso tiene mucho que ver con nosotros. Aunque esto lo descubrí a posteriori, no te miento (risas).

Eso es típico de arquitectos, decidimos cosas y luego intentamos razonar nuestras decisiones.

Sí, eso lo descubrimos luego y a mí me gusta. Este tipo de cosas, a posteriori, son descubrimientos que dan sentido.

Ahora que estaba haciendo una beca de investigación y tenía muchas ideas diferentes en la cabeza, no empecé a consultar fuentes hasta después de haber escrito. Fue maravilloso descubrir que esas fuentes daban sentido a mis pensamientos, a posteriori.

¿Tuviste algún profesor que fomentara tu forma de entender la arquitectura?

Sí, Bernardino Lindez. Lo tuve en primero, en historia de la arquitectura. En ese momento no entendía de qué iba la carrera y en su asignatura me sentía muy cómoda. En sus clases leíamos edificios, no libros. Si quieres comprender la arquitectura tienes que leerla, nadie tiene que explicarte en un libro qué significa esa fachada. Bernardino me dio esa confianza para fiarme de mi intuición. También él ponía mucha pasión en todo lo que contaba y todo esto me dio mucha vida.  Tras fallecer mi padre yo no podía ni pisar la escuela, pero él siempre me pedía que fuese a sus clases. El primer pie que puse en la escuela fue para eso, la sensación fue muy fuerte. Me devolvió la alegría y la energía para aplicar todo lo que estaba sintiendo en esa asignatura en otros proyectos.

Lo que más recuerdo de la carrera son estas clases, porque las vivía con pasión.

Os habéis metido a editar la revista en papel. Es algo heroico en 2015.

Sí. De la primera hicimos muy poquitos ejemplares y es difícil de conseguir. Para la segunda ya hicimos más ejemplares gracias al crowdfunding y a los patrocinadores. No es algo que salga rentable, no ganamos dinero con esto. Simplemente lo hacemos para que la gente pueda tener y conservar la revista, porque es un proyecto que merece la pena que se cuele en la escuela y en las bibliotecas.

La calidad de la impresión y del papel es muy buena, y si la portada es bonita, por dentro lo es aún más. Tiene muchos espacios en blanco para hacer anotaciones y las fotografías e ilustraciones tienen mucha importancia, porque todo el contenido es generado por nosotros. Si alguien escribe sobre un tema es porque lo ha vivido, no me gustan nada los sitios que se dedican a reciclar información, hay que generar conocimiento.

¿Por qué publicáis en papel?

Desde el primer momento tenía claro que había que publicar en papel, no podía ser sólo digital. La lectura en papel es más detenida, más crítica, en la red va todo más rápido. Pero sobre todo, la revista en papel pone un punto y final a algo y queda registrado. En internet todo es editable, manipulable, se puede borrar… en papel no, una vez se imprime no hay vuelta atrás.

Te mueves mucho en redes sociales, sobre todo en Twitter.

Sí, me gusta más que Facebook que cada vez lo soporto menos. En Twitter es políticamente correcto ser políticamente incorrecto. Puedes decir lo que piensas y quien no quiera que no te siga. Yo digo las cosas como las pienso, soy muy crítica y Twitter es el lugar para ello. En Facebook todo el mundo se toma las opiniones o críticas muy a pecho, se lo lleva a lo personal, y eso que es un círculo más cerrado e íntimo. Además es muy propagandístico, es mucha fachada, en cambio Twitter te permite echar veneno, compartir cosas, y como no tienen el mismo carácter de permanencia nadie se preocupa por el autobombo.

Hace poco estuviste en la escuela de Málaga en una conferencia.

Sí, fue más bien un debate abierto con estudiantes, junto con otros invitados. Yo iba representando a la revista. Y pasamos un muy buen rato charlando y compartiendo puntos de vista, tanto que nos tuvieron que echar de la escuela porque tenían que cerrar.

Supongo que ese tipo de cosas es lo mejor que te puede ofrecer la revista.

Sí, sin ninguna duda, además. Siempre me preguntan si estoy remunerada por esto, y digo que no en efectivo, pero sí en afectivo. Nuestra aspiración no es ganar dinero sino crear algo útil, con que sea sostenible nos vale, primer objetivo cumplido. Pero lo mejor son las puertas que te abre y el networking.

Tener una base de lectores a los que les guste la revista es genial, aunque no les gusten todos los artículos, (no es la intención tampoco, es tan peligroso en internet el troleo como el “me gusta” rápido). La clave no está en gustar a todo el mundo, si no en provocar que pasen cosas.

Editorial