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Arquitecturas en papel / ¡muros, abríos!

HERALDO
Mi antigua función de anunciar el espectáculo ha sufrido menoscabo por el misterioso influjo de los fantasmas. En vano trato de explicar por causas sensatas la confusa situación. Ya están dispuestas las butacas y las sillas. El Emperador está ante la pared, así podrá contemplar cómodamente las batallas de la época gloriosa. Aquí están sentados todos, el Soberano y la corte. Las banquetas están allá al fondo agolpadas. E incluso en esta hora tan sombría, la amada se sienta al lado de su amante. Y ya que todos han encontrado confortable sitio, estamos dispuestos: los espíritus pueden aparecer. (Toque de trompetas).


ASTRÓLOGO
Que, al punto, comience el drama su curso. Lo manda el Señor, ¡muros, abríos! Ya no hay estorbo alguno. Aquí tenemos la magia a nuestra disposición. Los tapices se enroscan como si el fuego los encogiera, en los muros se hacen hendiduras y dan vueltas sobre sí: un profundo teatro se presenta y un fulgor misterioso nos alumbra, yo me subo al proscenio.
MEFISTÓFELES (Asomando la cabeza por la concha del apuntador.)
Desde aquí lograré la complacencia general del público; apuntar es, de las artes oratorias, la propia del demonio. (Al ASTRÓLOGO.) Conoces el compás que siguen los astros en su marcha; también comprenderás magistralmente mi susurro.


ASTRÓLOGO
Por el poder de la magia aparece ante los ojos de todos un antiguo templo bastante imponente. Semejantes a Atlas, que antaño sostenía el Cielo, aquí hay muchas columnas en hilera. Bien pueden bastar para sostener esta gran mole de roca, cuando con dos se sostendría un gran edificio.


ARQUITECTO
Eso sería clásico. Yo no sabría apreciarlo, habría que llamarlo tosco y sobrecargado. Se llama noble a lo que está en bruto, grandioso a lo torpemente ejecutado. Yo quiero finas columnas, atrevidas, sin límite: una punta de ojiva eleva el alma, una construcción así nos edifica sobremanera.


ASTRÓLOGO
¡Recibid con respeto las horas marcadas por los astros, que por los ensalmos quede atada la razón y que, por el contrario, la magnífica y atrevida fantasía emprenda un amplio y libre vuelo. Ved ahora con vuestros ojos lo que osadamente anheláis: es imposible y por lo mismo, digno de ser creído.

Goethe_Faust_I_1808

Fragmento de «Fausto» (1808) de Goethe, seleccionado por AAAA magazine

Editorial