Los vericuetos de la profesión del arquitecto: el cine
Pertenecemos a una disciplina llamada arquitectura. De aquí se deduce, que nuestra profesión será la de hacer arquitectura, que se aprende en las escuelas de arquitectura. En ellas, la columna vertebral es una materia llamada “proyectos” en España, “taller” en Chile, “composizione” en Italia, y así sucesivamente.
Esa línea ósea es fuerte, y sólo un poco flexible, únicamente te permite curvarla hacia una dirección u otra. Pero no te permite ramificar, como otras estructuras, las vegetales por ejemplo. En Proyectos-Taller-Etc no sólo existe una ideología sobre una arquitectura generalmente aceptada, sino que tiene tanta influencia sobre el resto de los estudios que muchos nuevos profesionales salen rebotando de las universidades pensando que si no construyen edificios (y más retorcido aún, sus propios diseños, como artista edificador que se es), son prácticamente unos fracasados.
Este fenómeno de auto-martirio respecto a la frustración profesional sucede a lo largo y ancho de este mundo. En el caso de los arquitectos españoles, dramáticamente agravado por la crisis.
Muy pocos han sido los compañeros que desde edades tempranas me dijeran “adoro las estructuras… me gustaría dedicarme a investigar y calcular otras posibilidades de los materiales en este ámbito”; “para mí el centro de la carrera es la construcción, pero creo que lo que estudiamos está muy limitado y es muy teórico, puede que base mi vida profesional en una construcción mucho más sincera”; “pues yo quisiera ser crítico de arquitectura… soy un teórico, no lo puedo evitar”.
En la Universidad de Granada tuve la suerte de contar con tres profesores maravillosos que se salían de todos esos moldes: Rafael deLacour, Jose Mª Romero y Javi Fernández (creador de CityWiki). Ellos centraban la docencia de Proyectos I y III en una concepción mucho más abierta, más diluida y enredada con otras disciplinas: música, cine, improvisación, antropología, psicología, y un largo etcétera. Aunque mi cabecita, ya bastante influida, seguía buscando cómo diseñar y construir la arquitectura perfecta.
Fue entonces cuando llegué a Londres. Necesitaba ahorros para lograr mi hazaña de llegar a Sudamérica, así que aterricé por la capital inglesa con las mismas esperanzas que muchos otros. El azar me llevó a conocer a una familia, formada por una arquitecta, un carpintero, y su pequeño, con los que acabé viviendo. En nuestro primer café juntas, le pregunté: “¿y en qué estudio trabajas?”. Su respuesta me dejó descolocada: “En los estudios de cine”.
Me asombré de lo estúpida que había podido llegar a ser; ni si quiera se me había ocurrido. Llevaba toda la vida adorando las escenas que se desplegaban ante mí en los cómics franceses de mi infancia, en las películas de ciencia ficción, en esas ciudades fantásticas del Final Fantasy que me hipnotizaban… y nunca se me había ocurrido. Hannah, en diseño, y su marido, en montaje, habían trabajado en el departamento artístico de películas como Batman, La novia Cadáver, El Maquinista, Harry Potter, Frankenweenie, Los Miserables, Lock Stock and Two Smoking Barrels y un largo etcétera.
A partir de ahí empecé a escanear arquitectos que habían metamorfoseado la creación arquitectónica a un hecho más mixto y escenificado, una creación de realidades virtuales, mundos que ser imaginados y creados.
Uno de esos ejemplos es la productora Leve, fundada en 2005 por Eva Serrats. Leve realiza desde entonces proyectos interdisciplinares que vinculan el mundo de la arquitectura y el audiovisual, yendo desde la construcción de un edificio a la producción de un largometraje cinematográfico, hasta formatos híbridos.
“¿Qué te llevó a acercarte al mundo del cine después de terminar los estudios de arquitectura?” Las ganas de más. Mi intuición me indicaba que eran mundos paralelos. Que el oficio aprendido en arquitectura me sería útil para entrar directamente -de manera operativa- en el mundo del cine. Después de tantos años practicando con la abstracción, ansiaba jugar con la imagen, el movimiento y la narración. [entrevista completa aquí]
Un referente clave en esta disolución entre arquitectura y cine son los ArqFilmFest, que poco a poco van sumando años y asentándose como simbiosis perfecta. De ellos hablaremos más en artículos posteriores. Estos festivales invitan a los ciudadanos a la gran fiesta de la arquitectura, utilizando como herramienta el cine. Es, de una manera o de otra, una forma de trasladar la imaginación sin límites, a algo tangible e influyente.
Y es que la arquitectura es siempre una escenografía, creada para fomentar sensaciones, para oprimir o liberar, para inspirar o anestesiar cualquier intento creativo. La historia de la arquitectura es propagandística, las ciudades ya son marca-ciudad, los paisajes están antropizados, se miran más horas las pantallas que las realidades tangibles. ¿Cómo se utiliza el lenguaje de la arquitectura en las escenografías ficticias?¿qué responsabilidad tiene el diseño de la arquitectura a la hora de crear mundos?
Quizás, en esa fuerte línea ósea que es la enseñanza de la arquitectura empiezan a aparecer brotes, y ramas, hasta hibridizar completamente la profesión del arquitecto.
Texto: Ana Asensio Rodríguez / Fotografía: info al pie de foto /Publicado originalmente en AAAA magazine 09 Jan 2014