El Teatro sin teatro
“Lo real era una de las configuraciones del sueño”, Jorge Luis Borges
¿Qué es un lugar de teatro? ¿Es el Teatro el que crea un lugar? ¿O propiciamos lugares que produzcan teatro? Rimini Protokol habla de tiempo, de una gran embocadura capaz de abarcar lapsos seleccionados de la realidad y que, siendo encuadrados en la escena, hacen ver que las preguntas antes lanzadas han sido superadas, sin ser respondidas.
Un teatro global que publicita una realidad de la que formamos parte, aportando nuestras reinterpretaciones sobre espacios que asumen las miradas exhaustivas de quien habita y comparte. Pero esta forma de atender a lo real es involuntaria, la automatización de la percepción hace que olvidemos las complejidades de un tiempo fortuito pero cargado de intereses o visiones cruzadas y compartidas. La compañía, comprueba que la realidad es difícil de repetir, por tanto la manera por la cual el contexto teatral debe confundirse con ella no puede ser de otra forma que intercediendo en el espacio-tiempo de interpretaciones tan aprehendidas que resultan inopias. El teatro sin teatro, se introduce en la realidad, para congelar un instante, seleccionar los objetos y proponer interpretaciones. Lo cotidiano sugestiona los papeles, adormece a los actores y despierta al espectador.
Puedo tomar cualquier espacio vacío y llamarlo escenario desnudo. Un hombre camina por este espacio vacío mientras otro lo observa y esto es todo lo que necesita para realizar un acto teatral, Peter Brook
Desde las acciones teatrales de la compañía es fácil discrepar sobre esta afirmación, el espacio vacío, no induce interpretaciones. Sin interpretar, no hay escena. Un hombre en tanto que es parte de un conjunto, de un espacio, de una sociedad y por ende de una realidad, ya ocupa ese espacio vacío interpretando su propio tiempo, el teatro debe hacerse ver a si mismo o mostrar al espectador, que esa interpretación no es inocua, que es lo que hace la realidad, es lo que permite que un escenario sea tal y por tanto observable. Un teatro que la compañía Rimini hace suyo en cada obra y en su discurso.
El texto solo nace cuando se han hecho preguntas y se han escuchado respuestas.
Se trata de un teatro que no entiende de tangencias, necesita y aporta cruces y respuestas instantáneas que permiten al espectador mostrarse ante sí, ante la escena, siendo capaz de discernir que su cotidianidad está basada en esa forma de interpretar que le muestra el teatro sin teatro.
Sobre Cargo Sofia-Bcn.
No hay mejor forma de argumentar, la estabilización de un cierto momento de la realidad, que estableciendo un recorrido. Con un inicio y un final, la historia que se cuenta es, en sí, una manera de hacer ver. Un discurso dialogado más que lanzado, donde la experiencia personal de los dos transportistas, se muestra como una hoja de ruta para hacer influir una percepción concreta y liberar el punto donde la interpretación del espectador quiere seccionar la historia de un trabajo, el del viajante. La logística del procedimiento, en tanto que debemos referirnos al contenedor de un continente que es difícil de comprimir, responde a la tarea de abrir, cerrando.
Que el espectador saque a la luz de si mismo su manera de interpretar, inevitablemente necesita de un tiempo abierto que se hace tal, cuando es enfrentado con una realidad oculta; es decir, el camión además de ser una figura que coordina con la identidad de la trama mostrada, es un elemento que su interior siempre ha estado liberado de interpretaciones pues, en su funcionalidad no hay fragmentos de lo cotidiano, cuando éste se convierte en un centro de observación de la realidad, asume la carga de todas las reinterpretaciones que se producen durante un tipo marcado y pautado por la trama. Es por tanto, que un autobús, por ejemplo, no sería tan apropiado para esta no-escena, pues para nosotros el autobús ya es un lugar por si mismo, por tanto ya ha sido reinterpretado, tiene fragmentos de la realidad.
Sobre el espacio especializado
En una escena donde la diferencia entre realidad, figurantes y espectadores es difusa, la capacidad para utilizar la embocadura teatral para seleccionar espacios de tiempo es menor. La mecánica de las propuestas (Torero-portero, Sonde Hannover, Call Cutta, Ciudades Paralelas) que engloban esta manera de especializar lo que no tiene un objetivo claro, debe hacer al espectador, al actor y al ambiente partícipes de esa globalidad, proponer para romper, hablar para ser escuchados, solo a veces, y mostrar para enseñar cuando el espectador quiere ver.
Parece muy claro que el teatro en estos entornos, tiene poco de arquitectura. Los medios para realizar estas acciones, solo tienen que poner al espectador en alto, en medio de un tránsito habitual para cambiarlo, o guiándolo en un entorno donde el arquitecto o el escenógrafo tiene poco que hacer, pues no podemos controlar lo arbitrario.
Desde arriba es más fácil ubicar momentos, detectar relaciones fortuitas o establecidas, miradas y acontecimientos pactados. Mostrar interés por algo implica que has tenido la oportunidad de discernir entre otras muchas entidades que no han servido para que tu interpretación te despierte del letargo de lo común. Música, avisos, ubicaciones puntuales de momentos pactados que se hacen oír dentro de la realidad, es la forma que adquiere la arquitectura en Sonde Hannover, escenografía inmaterial.
Discutir sobre lo global de lo contemporáneo desde lo más personal. Call Cutta, propone una arquitectura ligada al movimiento, un promenade impuesto y pactado. Se ejecutan estas formas de apuntar sobre contenidos interpretables, sin un conocimiento exhaustivo, sin una percepción a tiempo real, todo se deja en manos de la entropía de la ciudad.
La ruptura está clara, para esta compañía el incluir al espectador en la escena, en el transcurso y en la memoria teatral, no tiene nada que ver con posiciones físicas. El espacio se difumina, desaparece la escenografía material, para crear una escenografía temporal. Jugar con las velocidades, los entornos y sus tempos, modificarlos y partir de ellos para crear una implicación en la producción de la trama. Teatro libre es para el espectador, por y para él. Posicionar al que mira y decirle: este es tu sitio, observa el teatro, no es nuestra escena, ¡es la que tu quieras reinterpretar!
El puente (…) otorgo (hace sitio a) una plaza. Pero sólo aquello que en sí mismo es un lugar puede abrir un espacio a una plaza. (…) por el puente mismo, y solo por él, surge un lugar, Martin Heidegger. Construir, habitar, pensar.
Texto: Álvaro Valverde / Fotografía: Rimini Protokoll / Escrito originalmente para AAAA Magazine / Cita: Álvaro Valverde, “El Teatro sin teatro. El espacio especializado de Rimini” / Fecha 14 ene 2015