Adiós Cusco
Compartimos el texto «Adios Cusco», colaboración de AAAA magazine para la revista de reflexiones de viaje Derivasia. Puedes acceder a la publicación original aquí, o continuar leyendo:
Adiós Cusco. Y esta vez no es un ‘hasta luego’. Marcho en un autobús, mirando por la ventana los campos arados con ese marrón cremoso de los paisajes de labranza del Perú, brillantes por las briznas que se escaparon de sus pacas.
Observo la vía del tren adentrándose en el valle sagrado, los ladrillos secándose al sol, los sacos de rayas a las espaldas de unas mujeres que tienen la piel del mismo color que sus campos… Todo pasa rápido a través de la barrera del cristal, tan rápido como esta decisión apresurada de dejarlo todo atrás.
Aún no me ha dado tiempo a asimilar que este viaje llega a su fin. Aún queda mucho que andar y faltan semanas hasta que vuelva a tener una vida normal, en casa, con él, con nuestros tés de jazmín y nuestro radiocasette de los años 80, de esos robados a los hermanos mayores.
Aún faltan miles de kilómetros de carretera hasta llegar a Valparaíso, días hasta volver a Santiago, poner en orden mi vida y preparar una nueva mudanza. Son muchas las maletas llenas de recuerdos de todos estos meses que han volado desde que salí de casa hace más de un año rumbo a Londres, con un CV, 800€ en el banco y mucha decisión. Aún quedan 24 horas de vuelo lleno de escalas hasta llegar a Madrid y más horas después para buscar el sur, atravesando los campos de Castilla y cruzando el Despeñaperros para entrar en Andalucía, mi tierra, mi sangre, y al fin, llegar a Almería. Aún falta…
Pero ahora no pienso en ello. Aprendí a concentrarme en este momento, a saborear lo que dejo en vez de mirar atrás, a respirar lo que está por venir sin devorar el futuro. Miro por la ventanilla y veo esos momentos haciéndose jirones como un escenario que se lleva el viento después de siglos bajo el sol y la lluvia. Veo las fachadas pintadas desvanecerse y desaparecer para siempre tras este autobús.
El sol me da en la cara y me aclara los ojos, como intentando cegarme para que no vea cómo se deshace todo ante ellos. Pero en la muñeca llevo atados todos los trozos de lana que he ido recogiendo del suelo en cada paso por este país. Mi brazo es ahora de todos los colores y ellos me recuerdan que alguna vez ocurrió, que no todo es tela vieja o una fotografía que se estropea con el tiempo.
En mi memoria se enredan los cuentos de la Mamapacha como una paloma que te habla, con los poderes de la hoja de coca y el cerrar los ojos para sentir el propio ser tocando a la madre de la naturaleza. Se empañarán las historias de ofrendas de niños y animales y de cómo la tierra se abre llevándoselos para siempre, de montañas de oro y tesoros del diablo a cambio de ellos. Se mezclarán los recuerdos con los sueños, pero sabré que una vez ocurrió. Sabré que de nuevo me espera.
Adiós Cusco.
Texto: Ana Asensio Rodríguez / Fotografía: Ana Asensio Rodríguez / Escrito originalmente para Derivasia / Cita: Asensio, Ana “Adios Cusco” / Fecha 10 dic 2014