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Problemas para ir al baño

En los países occidentales el acceso a un inodoro, un baño o una ducha es algo cotidiano. Si tenemos una urgencia o pasamos horas fuera de casa contamos con baños en restaurantes, oficinas, edificios públicos o centros comerciales. Allí los baños son espacios limpios que tienen instalaciones, saneamiento y agua corriente que nos permiten disfrutar de unos mínimos de salubridad, buen olor y condiciones de seguridad a través de una puerta y un pestillo.

Lamentablemente en otros muchos países no es así. Sabemos que 1 de cada 3 habitantes del planeta no dispone de condiciones adecuadas de saneamiento, acceso a un baño o agua corriente. Más de 2.500 millones de personas no cuentan con construcciones específicas o mínimamente dignas para esta necesidad diaria. Según el informe de Agua, Higiene y Salud de la OMS/UNICEF, 1100 millones de personas en el mundo tienen que practicar la defecación al aire libre al no tener acceso a un sistema de saneamiento (mejorado). No estamos hablando de una cuestión de simple comodidad, ya que este servicio básico es un tema tan importante que la ONU ha declarado que el Derecho al Agua Potable y Saneamiento sea un Derecho Humano Universal y que cuenta cada 19 de noviembre, con el Día Mundial del Inodoro para denunciar lo lejos que estamos de conseguirlo.

Una habitación propia

En 1920 Arnold Bennett escribió un ensayo titulado Nuestras mujeres: tratado sobre la discordia sexual, en el que defiende, como muchos otros eruditos de la época, la inferioridad intelectual femenina con los siguientes argumentos:

“En la literatura universal encontramos cincuenta poetas, al menos superiores a cualquier poetisa. Con la posible exención de Emily Brontë, ninguna novelista de sexo femenino ha producido una novela que iguale las grandes novelas escritas por hombres. Ninguna mujer ha creado pinturas ni esculturas que superen la mediocridad, ni música que la supere. Tampoco ha habido ninguna mujer que se acercara ni remotamente a las cumbres de la crítica, ¿Me puede decir alguien el nombre de una filosofa famosa? ¿O el de una mujer que haya producido alguna generalización trascendental de la forma que sea? Si bien es verdad que un pequeño porcentaje de las mujeres son inteligentes como los hombres, en conjunto, la inteligencia es una especialidad masculina. No hay duda que algunas mujeres son geniales, pero la suya es una genialidad inferior a la de Shakespeare, Newton, Miguel Ángel, Beethoven, Tolstoi. Además, la capacidad intelectual mediana de las mujeres parece muy inferior”

Nueve años después, esta tesis fue contestada con gran agudeza e inteligencia por Virginia Woolf en su obra Una habitación propia. En ella  explica que si existían tan pocas intelectuales a lo largo de la historia se debía a la alienación de la mujer en la sociedad y no a una inferioridad intelectual.

Entre las causas fundamentales que exponía, se encontraba una necesidad arquitectónica que hoy en día nos parece muy básica: una habitación propia.