Mar cirujano
El mar, horizontal de historias poderosas, ya hacía costa cuando salpicó el bautizo de la ortiga con sus olas. Tal fue la marea ese verano que ondear una toalla al viento no fue suficiente para marcar las reglas del juego, y Agustín, cabo y pescador fino, construyó piedra a piedra la luz del aviso y el sonido de vuelta a tierra.
Marineros, piratas y ballenas han seguido el baile de su campana como si no les fuera la vida en ello, mientras las piedras absorbían su energía para devolvérnosla ahora y demostrarnos que esa vida tuvo un final de muerte por eléctrico.