La luz al final del túnel: La reinvención de la Arquitectura en España a partir de la Crisis
Europa está en crisis. Por la parte que nos toca, España está hundida hasta el cuello en el lodo de la crisis. La arquitectura, el sector más afectado, nada en las ciénagas de esta crisis. Estamos hartos de hablar de la crisis. Nos la encontramos de espaldas y sin esperarla, chocó contra nuestras mentes dormidas, la devoramos, la digerimos, la vomitamos.
No hace falta ya hablar del porqué, buscar a los culpables, conocer el quién, el cómo, el cuándo. Lo sabemos ya todo.
Parafraseando a David Jiménez en su artículo El triunfo de los mediocres, “Reconocer que el principal problema de España […] es que nos hemos convertido en un país mediocre. […] Es mediocre un país donde la brillantez del otro provoca recelo, la creatividad es marginada -cuando no robada impunemente- y la independencia sancionada. Un país que ha hecho de la mediocridad la gran aspiración nacional. […] Mediocre es un país que ha permitido, fomentado y celebrado el triunfo de los mediocres, arrinconando la excelencia hasta dejarle dos opciones: marcharse o dejarse engullir por la imparable marea gris de la mediocridad”.
Saber que esta crisis ha dejado de ser hace mucho tiempo sólo una crisis económica. Es una crisis moral y anímica, que afecta a todos y cada uno de los que aman (o una vez amaron) este país, que forma parte de todas y cada una de las conversaciones familiares, de los encuentros entre amigos, de los descansos de trabajo, de las charlas en la cola del supermercado.
La palabra “crisis” lleva cinco años en nuestra boca agriándose como un vino malo, pudriéndose en nuestros oídos, tumorizándose en nuestra cabeza. El pesimismo y la negatividad parecen dejar, como dice Jiménez, sólo dos opciones: marcharse o dejarse engullir por la imparable marea gris […].
Pero no es así. Hay algo más. Hay personas energéticas y luchadoras. Positivas y felices. Hay personas reactivas, químicas, explosivas. Personas que en momentos de bonanza no es necesario escuchar porque la vida es demasiado sencilla. Voces susurradas pero perpetuas, tenaces, creativas, supervivientes. Están ahí, y cuando todo falla, cuando nuestro mundo estable se vuelve inestable, los oídos se abren, los ojos se vuelven brillantes y el corazón empieza a sentir que otra manera sí que es posible.
Sólo hay que hacer un breve repaso por la historia para descubrir que tras cada crisis de la índole que sea, ha habido un florecimiento cultural, una reacción propositiva, un espíritu experimental. Inventiva plagada de cromatismo, impresa en la piel, abriéndose paso entre la selva oscura de la ya vista mediocridad:
– No todos los que emigran lo hacen por supervivencia: muchos siempre quisieron abrir sus horizontes.
– No todos los que vuelven a la universidad lo hacen por aburrimiento: la mayoría nunca encontraron el tiempo o la oportunidad de hacerlo y era su espina clavada.
– No todos los que tienen que reinventar su profesión lo hacen hacia algo que detestan, hacia algo con menos valor para la persona. De cada cambio se aprende y descubre algo.
La famosa y triste crisis nos ha traído a España también otras cosas; nos ha traído el fin de la especulación con el suelo; el parón de la arquitectura inhumana, irrespetuosa, impagable, inalcanzable, indigna; el respiro a nuestros parques naturales que ya no podían estar más acorralados; el aumento de los proyectos de investigación; la conciencia sostenible de la arquitectura; conocer el valor real de las cosas, descubrir todo lo que cada uno es capaz de hacer con sus propias manos; preguntarnos por el pasado para caminar hacia un futuro posible; la multidisciplinariedad y el trabajo en equipo; la comunicación directa frente a la manipulación de los medios; la unión de las manos contra todas y cada una de las injusticias.
Unión. Conciencia. Energía. Creatividad. Cooperación. Arte.
Esas son las palabras que quiero escuchar cuando comparto una cerveza con un viejo amigo, cuando cojo un avión para visitar a mi familia, cuando veo crecer a los más pequeños entre personas de sonrisas a medias y miradas translúcidas.
Quiero saber de proyectos de cooperación al desarrollo, de sinergias, de autoconstrucción asistida, de congresos organizados por estudiantes sin ninguna ayuda económica pero cargados de contenido e ilusión. Quiero saber de asociacionismo, de cooperativas, de aldeas autogestionadas.
Quiero ver ese arcoíris en que la arquitectura en España lucha contra el manto de la tristeza y el pesimismo.
Lo quiero todo… y dudo que sea la única.
Texto: Ana Asensio Rodríguez / Fotografía: Ana Asensio Rodríguez / Escrito originalmente para Plataforma Arquitectura, Cita: Asensio, Ana. «La luz al final del túnel: La reinvención de la Arquitectura en España a partir de la Crisis» 19 Dec 2012 / Otras publicaciones: La Ciudad Viva 21 jan 2013