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Arte y arquitectura: Historietas / Gonzalo Martínez

Los hilos que enganchan a la arquitectura del cómic, y al cómic de la arquitectura, son muchos. Se enredan y hacen una maraña de múltiples colores y puntos de vista. Desde ofrecer la posibilidad de edificar construcciones fantásticas, hasta revisar la memoria de ciudades, paisajes, pueblos, a través de su reconstrucción en el papel. Estos lazos son muy similares a los que conectan el cine con la arquitectura, los videojuegos con la arquitectura, y, en general, cualquier levantamiento escenográfico como arte con la disciplina que nos ocupa.

A veces estas conexiones; construcciones de futuros ficticios, presentes paralelos y pasados imaginados, o de futuros proyectados, presentes críticos y pasados revisados; se hacen mucho más patentes, aunque no menos complejas. A veces, los cómics se llevan al cine, los pintores hacen arquitectura, o los arquitectos dibujan historietas.

Gonzalo Martínez es uno de esos ejemplos, una de esas misceláneas bien enfocada: «arquitecto nacido en Santiago de Chile en 1961, con un oscuro y mediocre pasado como músico de jazz; dibujante y guionista que se incorpora con sus lápices, desde los años ’80 al mundo del cómic». A continuación, la entrevista que le hemos realizado desde AAAA, así como su biografía y trayectoria completa:

AA: Además de dibujante, eres arquitecto. ¿Qué sentimiento vino antes?¿encontraste al cómic, o el cómic te encontró a ti?

GM: Difícil precisarlo, pues me crié en un hogar y en una cultura en donde el cómic siempre estuvo muy presente. Recuerdo ver revistas de historietas sin saber leer sus textos, todavía.

AA: Personalmente, relaciono mucho infancia y cómic; en mi caso, los cómics franceses y belgas de los ochenta que teníamos en casa (‘Valerian agente espacio-temporal’, ‘Corto Maltese’, ‘Spirou’, ‘Tintín’…). De algún modo, esas historietas marcaron mi modo de concebir la novela narrativa, y sus escenografías, incluso hoy día. Así, parece que también tu narrativa gráfica está influenciada por tus primeros pasos como devorador de historietas, ¿no es así?

GM: Absolutamente. Como dije antes, me tocó crecer en una cultura, la cultura chilena de los años 60, en donde el cómic en forma de revista de historieta nos rodeaba. Tuve la suerte de acceder a lo mejor del cómic mundial durante mi infancia.

Había editoriales chilenas que además de publicar innumerables títulos creados en Chile, publicaban material británico de Fleetway, norteamericano de King Features y español de Selecciones Ilustradas (Ya de niño leí a Giménez, Bea, Maroto o De La Fuente). Teníamos el material argentino de su época de oro que cruzaba la cordillera. Además, la editorial mexicana Novaro publicaba el material de DC comics para toda Latinoamérica.

Y teníamos la revista Mampato, un magazine infantil-juvenil de corte cultural que además de artículos de historia, ciencia, humanidades, arte y tecnología publicaba lo mejor de la historieta chilena junto a una selección de lujo de la BD franco-belga de la época. Fui muy afortunado.

Luego de eso, era inevitable que me quisiera dedicar a dibujar historietas.

AA: ¿Recuerdas tu primer cómic, tu primera vez (como lector)?

GM: Comprenderás que ante esa avalancha de cómics, es difícil establecer mi primera historieta. Aunque sí recuerdo haber leído (sin saber leer todavía) el western «Gringo» de Carlos Giménez.

AA: Ambientar una historieta es hacer un levantamiento del contexto, rediseñar su arquitectura y comprender sus lazos sociales y connotaciones culturales. Es todo un trabajo de investigación, supongo que ahí entra mucho en juego tu formación de arquitecto…

GM: Así es. Mi formación como arquitecto no sólo ha sido importante a la hora de abordar una historieta desde una mirada global culturalmente, sino que también me ayuda a afrontar cada libro como un proyecto, con su reflexión preliminar, su búsqueda e investigación de referencias, su partido general y luego el maratónico proceso de producción.

AA:  En tus dibujos hay una potente mirada sobre la cultura chilena. ¿Cuál es la narrativa detrás de esas imágenes?

GM: Es algo que me nace naturalmente, no hay una planificación en ello. En mi primera historieta publicada en 1987 ya había una reflexión sobre la ciudad de Santiago. Con el tiempo he tenido que ir procesando narrativamente ese impulso de manera que sea compresible globalmente sin renunciar a su esencia local.

Cuando, con Francisco Ortega, hicimos Mocha Dick, fuimos muy conscientes de ello. De hecho Francisco acuñó el término «glocal».

AA: Genial el término ‘glocal’. ¿Normalmente te sientes más atraído por las urbes o por los entornos más rurales y populares?

GM: Definitivamente me atraen las urbes. O cualquier paisaje en donde el hombre haya dejado su impronta como diseñador. Las ciudades, los vehículos. Por ejemplo, los barcos balleneros de Mocha Dick cruzando la inmensidad del mar.

AA: ¿Qué persigues cuando tienes un papel delante y un bolígrafo entre las manos? ¿Qué sientes? ¿qué te hace vibrar?

GM: Lo que me gusta es hacer historietas, narrar con imágenes. Hay veces en que, para espantar al público, contesto que no me gusta dibujar, que me gusta hacer historietas. Es una respuesta un poco extrema pero es que hay una diferencia ahí. Si no tengo un proyecto de historietas por delante, no me llama la atención dibujar.

AA: ¿Qué perseguías y te motivaba cuando trabajabas como arquitecto?

GM: Me apasiona la arquitectura como disciplina, como arte, como una manera de intervenir el paisaje y alojar a la sociedad, pero no como oficio. Me desempeñé básicamente como arquitecto de retail, no es un campo muy romántico.

AA: Ser dibujante es uno de esos oficios que debe estar constantemente en contacto con otros ‘gremios’. ¿Cómo es la intercomunicación y el trabajo en equipo con los guionistas (escritores, cineastas), editoriales, imprentas, etc? ¿consideras la arquitectura un oficio que ha perdido su carácter gremial?

GM: Al ser la historieta un arte narrativo, personalmente necesito estar en contacto con el resto de la sociedad como una manera de nutrirme. Salir, conocer, experimentar, informarse del presente, del pasado y de los posibles futuros.

El intercambio de idea e impresión con el guionista es esencial a la hora de iniciar un proyecto. De hecho, en mi caso personal, los proyectos surgen después de ese intercambio de ideas, no antes. La obra historietística es el producto de una simbiosis entre el guionista y el dibujante, simbiosis que requiere de respeto, admiración mutua y mucho amor por el medio.

En Chile actualmente se está viviendo una época en donde mucha gente dedicada a otras artes, literatura, cine, artes plásticas, tienen entre sus referencias culturales al cómic, así que se da un intercambio muy interesante.

Yo creo que, efectivamente, la arquitectura ha perdido su contacto con la sociedad y solo es visible la arquitectura de autor para clientes acaudalados o la arquitectura sometida a los vaivenes del mercado. Muy pocos destacan fuera de esos paradigmas.

AA: Alguna vez has comentado que no podrías estar haciendo historietas si no hubieras estudiado arquitectura. ¿A qué te refieres exactamente?

GM: El estudio y el desempeño de la profesión de arquitecto, entre otras cosas, me proveyó de una disciplina para abordar proyectos a largo plazo que ha sido muy beneficiosa para mi desarrollo como autor. Hacer historietas es una larga y agotadora maratón. Sin mi entrenamiento como arquitecto no hubiese podido lograrlo.

© Gonzalo Martínez – Quique Hache

AA: Nos parece muy simbólica una anécdota que hemos leído sobre tu relación con la arquitectura: que te consumió, y llegaste incluso a quemar tu proyecto de título. ¿Qué significó ese momento para ti? ¿alguna vez has reaccionado así con el mundo del cómic?

GM: ¿Dónde leíste eso? Es verdad, pero no recuerdo haberlo contado.

No la pasé bien durante la Universidad, problemas personales, la dictadura militar. En general fueron años negros. Mi titulación como arquitecto, con bastante buena nota, fue una meta a la que llegué exhausto y decepcionado. Quemar mi proyecto de título fue una reacción catártica.

Mi relación con el cómic es mucho más sana. He tenido feroces bofetadas de realidad en relación al desempeño profesional, pero artísticamente me satisface completamente. En mi vocación y tengo la suerte de sentirme muy realizado.

AA: ¿Tienes un cómic favorito o admirado, como un maestro? Y  dejando hablar al arquitecto que llevas dentro, ¿algún maestro arquitecto?

GM: Esa es una pregunta complicada, porque tengo muchas influencias, tanto chilenas como extranjeras. Muchos maestros en los que pienso cuando estoy dibujando. Pero si tuviera que, injustamente, dejar a muchos afuera, la lista sería la siguiente: Themo Lobos, Hergé, Hugo Pratt, Carlos Giménez y Jiro Taniguchi (sin orden de importancia).

En relación a la arquitectura, así a vuela pluma, siempre admiré a esos maestros que se atrevían a revolucionar y a ampliar los límites de la arquitectura: Le Corbusier, Van der Rohe, Gropius. También a aquellos que exploraban la artesanía como Charles R. Mackintosh o los chilenos Juan Martínez o Josué Smith Solar.

Admiro mucho la arquitectura pública chilena de los años 40s al los 60s.

AA: ¿Qué puede aprender la arquitectura del cómic?

GM: No estoy muy seguro. Pero estoy recién comenzando un proyecto junto al guionista Alfredo Rodríguez, avalado por académicos de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica, en relación al tema. Cuando lo termine, si todo sale bien, te contesto.

© Gonzalo Martínez – Quique Hache

BIOGRAFÍA Y TRAYECTORIA

Es creador de la tira «Horacio y el Profesor » publicada durante 10 años en el diario El Mercurio de Santiago.

El año 2004, abandona definitivamente la arquitectura para dedicarse a tiempo completo a su pasión: La Narración Gráfica.

En Chile, ha publicado entre otras cosas las novelas gráficas: «Road Story» basada en la nouvelle de Alberto Fuguet y «Quique Hache Detective» con Sergio Gómez para el sello Alfaguara.

En Estados Unidos ha publicado «Super Teen*Topia, Holed Up y Ozopolis, serie de aventuras basada en los personajes de L. Frank Baum, entre otros.

Junto a varios autores publica, bajo el sello LOM ediciones, la novela gráfica Heredia Detective, basado en el personaje literario creado por Ramón Díaz Eterovic.

En 2012 publica la novela gráfica “Mocha Dick, la leyenda de la ballena blanca” junto al guionista Francisco Ortega, a través del sello Norma. Esta novela gana el premio Marta Brunet a la excelencia literaria, el premio más importante de literatura infantil juvenil de Chile.

Profesor del ramo de Narración Gráfica, junto al escritor Francisco Ortega en el Diplomado de Ilustración de la Facultad de Artes de la Universidad Católica de Chile.

Sus novelas gráficas, Road Story, Heredia Detective y Mocha Dick han sido objeto de estudios en los departamentos de estudios latinoamericanos de la Universidad de Manchester, UK y de la Universidad de Texas en Austin, USA.

Aparte de sus proyectos autorales, actualmente está en proceso de creación y publicación de varios títulos para la productora neozelandesa Beyond Reality Media.

http://www.gonzalomartinez.net

Texto: Ana Asensio Rodríguez + Entrevista a Gonzalo Martínez / Ilustraciones – Historietas: Gonzalo Martínez / Entrevista realizada en exclusiva para AAAA Magazine / 11 Ago 2015

Ana Asensio Rodríguez

Ana Asensio (Almería,1986). Arquitecta formada entre Granada, Venecia, Londres, Santiago de Chile y Madrid. Especializada en memoria y arquitectura popular (Beca Iniciación a la Investigación, UGR, 2015), y Habitabilidad Básica para Asentamientos Humanos Precarios (Postgrado UPM, 2017), desarrolla su actividad a través de la investigación, el documentalismo, la acción cultural y la práctica arquitectónica, especialmente centrada en los cruces de caminos entre el conocimiento popular, la cultura contemporánea, los derechos humanos y el hábitat rural. Su trayectoria profesional está íntimamente ligada a los contextos africano y latinoamericano.