Arte y arquitectura: Collages / Imanol Buisan
Usuario, diseñador, hijo, transeúnte, collagero, artista. Una miscelánea. Imanol Buisán, de Barcelona, superpone en estratos las diferentes facetas personales, las varias capas profesionales y artísticas, las variopintas miradas al mundo, y compone, en un ejercicio de diseño que es casi un rediseño personal, un único elemento. El orden, y el caos, en unos fragmentos de papel.
«Quería ser químico y el blanco aséptico del laboratorio engulló mi futuro, construyendo un vórtice que trasladaba inquietudes hacia mil direcciones. Decidí viajar mientras estudiaba Publicidad y RRPP, me licencié mientras me buscaba a mí mismo, y tropecé con el diseño, que dinamitó el contenido en formas, para así jugar en esa línea entre diseño y arte, posicionándome siempre como diseñador».
Imanol trabaja a día de hoy como diseñador, mientras combina sus inquietudes en otros proyectos. Realiza un collage diario, dentro del proyecto colaborativo «Los días contados», participa en diversos fanzines, así como en trabajos de diseño experimental propios. Dentro de esta amalgama proyectual, donde el papel como materia prima está siempre presente, nos centramos hoy en su producción de collages, rítmica, diaria, que genera y destruye cada día.
Se trata de collages trabajados principalmente de forma manual, a cúter y tijera, sin renunciar esporádicamente a lo digital. Catálogos, revistas, enciclopedias, libros, todos ellos son desarticulados, para regenerarse luego en un elemento nuevo, con un mensaje escondido. En ellos, la fotografía, el dibujo, los elementos arquitectónicos, se entremezclan en un diálogo, casi una discusión, por el poder del protagonismo. Ya que en un collage una capa aplasta la siguiente, generando un sedimento, igual que lo hace la historia de la arquitectura.
Sin más, os dejamos con la conversación que hemos compartido desde AAAA magazine:
AA: Eres diseñador y publicista, con una atracción patente hacia el papel y sus secretos. ¿Qué tiene el papel para que sea tu medio y musa?
IB: El papel no acepta el error, lo asume, no hay un Ctrl +Z. Por un lado tiene el encanto de la gestualidad humana, sin artefactos demasiado sofisticados (un pincel o un cúter), y por otro lado precisa de una atención mayor. Más que el papel me interesa su manualidad, la necesidad de trabajar con las manos, y el papel es cómodo para ello, es fácil de moldear, de doblar, de cortar, de yuxtaponer. También se convierten en palimpsestos tus piezas en él, hablan de toda una cultura o de unos intereses (forzados o no) que se descubren, de aquello que la sociedad no ha tirado y de lo que acumula, en una especie de ejercicio de reciclaje sumamos con lo previo. Siempre tomo notas en papeles usados, aunque a veces compro papeles vírgenes para trabajar con ellos.
El papel te hace descubrir las sutilezas al rasgar. La fibra no es siempre la misma ni se rompe igual si es un papel con más caolín o si es una revista antigua, descubres colores superpuestos como cambian, y esto con el ordenador no lo tienes, te limitas a una pantalla más ficcional.
AA: Hablando de palimsestos, de reciclaje, superposiciones y manualidad, inevitablemente llegamos al collage. ¿Qué es lo que te interesa especialmente de esta técnica?
IB: Hace muchos años hacía algún collage, era un gesto más bien ingenuo desde el desconocimiento del dibujo, me acercaba a la plasticidad sin la necesidad de conocer técnicas consideradas más puras (el dibujo, el grabado, el pastel…). Podría expresar y narrar sin saber dibujar. Volvió con los años a mi vida, cuando ya sabía, más o menos, dibujar, usar las acuarelas, incluso hacer monotipias. Probablemente lo que me fascina del collage es la contraposición, el azar y la posibilidad infinita creativa. No te exige partir de un folio en blanco, encuentras una forma que te gusta o por la que has decidido empezar, recortas y yuxtapones… hay elementos que descuadran hasta que dejan de hacerlo.
Considero que con el dibujo es distinto, ha de haber una continuidad o una ruptura forzada. Las formas del collage quizás te exigen romper esa concordancia entre los elementos, que es lo que le da fuerza. Y luego el bendito azar, elementos que tienes de días anteriores, una entrevista o una definición que aparece entre los elementos, suma a la pieza, y todo construye.
Hay ocasiones en que tienes premeditada la idea de lo que vas a construir, no determinas que elemento va a representar la idea, ya que no sabes que material encontrarás (pese a que conozco la mitad de las revistas y enciclopedias que tengo) y de alguna manera amplía la capacidad de solución ante la “obra”.
AA: ¿Por qué un collage diario? ¿Cuál es la narrativa detrás de tu serie?
IB: Una vez leí (o alguien me contó, probablemente un amigo de un amigo, y acabará siendo una leyenda urbana, nunca lo he investigado) que Le Corbusier dedicaba sus mañanas a pintar, mientras que por las tardes se focalizaba en su trabajo propiamente dicho, la arquitectura y los diseños de sus obras. No tengo a este señor como el ejemplo a seguir, pero me fascina la mezcla de obsesión y momento de relax que supone dedicar unas horas de tu día a hacer algo creativo. Hay un camino entre la obligación y el placer, y el acto diario convierte el hecho en algo especial.
No soy el primero, On Kawara hacía aquellas cajas de cerillas con la fecha, y luego las postales. Con esta idea latente en mi ser un día leí en Facebook que un grupo de personas había tomado la gran idea de usar un calendario de la Taschen para coger cada día esa imagen y realizar un collage con él. Me sumé al proyecto desde el primer día, 01/01/2014, y me uní a esta gente de Los días contados. Pese a ser un proyecto sin una obligación y con libertad, yo lo hice mi obsesiva cotidianidad a la que no podía faltar ningún día.
No busco en ello una narración vital de mi existencia, pero son una constatación de mi vida, donde se responden mis preocupaciones o mi percepción de las cosas, con algunos procesos de experimentación y algunos trucos aprendidos durante este tiempo. No hay detrás un gran planeamiento, pero responden a trazos de mi carácter, a la obsesión, al desarrollo de la sensibilidad. Tal vez no sepa explicarlo desde la distancia o no necesite realmente mayor trasfondo.
AA: En ellos, como parte de esas capas superpuestas, papel sobre papel, encontramos personas, animales y edificaciones, entre otros elementos. ¿Cuáles son las relaciones que se establecen entre ellos?
IB: Supongo que de unión, sin hacer prevalecer la figura del humano, aunque pese más a nivel cuantitativo. Con ese bagaje de lo pop donde no importa si es la cara de Marilyn, un dólar o una lata de cocacola lo que tenemos delante, sino si ese elemento sirve para encajar con el resto. Las formas encajan porque dialogan, ya sean en la suma de fragmentos que forman un todo (como podría ser un oso panda con el interior de un magnetófono) o por el significado que tienen esos elementos en conversa (como sería un cañón y un niño corriendo). El final es la interacción entre los dos o tres elementos.
AA: ¿Cómo se extrapolan esas relaciones que estableces en papel, a las tres dimensiones? ¿cómo crees se relacionan los elementos de los que se componen tus creaciones fantásticas, en la realidad humana?
IB: En ocasiones son imposibles, son un juego de formas y de color puro y duro, en otros podemos entenderlas como metáforas o escenarios que sugieren, que son en la mayoría de ellas. Pero no me gustaría creer que tienen un significado cerrado, los elementos pueden crear relaciones en la mente de cada uno, que lee aquello que quiere, que sabe o que puede, ya que se connotan muchas cosas que no se dicen, aunque otras sean muy explícitas. Ahí está la verdad, en las lecturas múltiples, en llevarse a uno el universo del otro, en este caso el mío.
AA: El primer número de nuestra revista se llama Collage, no tanto como referencia directa a la técnica artística, sino más bien como metáfora de una amalgama de personas, de ideas, de disciplinas, generando un único proyecto. Tú hablas de las relaciones entre los elementos de tu obra como de «unión». ¿Considerarías el collage una forma de tolerancia abstraída? ¿cómo sería un collage social?
IB: No sería precisamente tolerancia, si abstrajéramos la forma nos quedarían fuerzas de poder, nepotismo, relaciones de interés. Hay partes que predominan, otras que ocupan la base y nunca son el elemento de interés, yo lo decido. Hay fragmentos o combinaciones de las que soy cómplice y les doy protagonismo. Viven una tolerancia forzada en el que la mano negra, o rosada, que sería la mía, les obliga a convivir en ese porcentaje de papel, en esa disposición de capas, con ese vecino al que odian.
AA: La arquitectura utiliza el collage constantemente. A lo largo de la historia son múltiples los ejemplos de reutilización de elementos existentes, ensamblados en nuevas construcciones. Yuxtaposiciones, recortes, añadidos, imposiciones, retoques, revestimientos. ¿Te atreverías a realizar un collage abandonando el papel como medio y sus dos dimensiones?
IB: ¿Es una propuesta? Sería interesante, desconozco las técnicas para ensamblar otros materiales, pero podría proponerme una serie tridimensional, me imagino con material encontrado, algo bastante escultórico y abstracto, algo diferente a lo que hago en papel.
AA: Y para finalizar, la pregunta más difícil: ¿Cuál crees que es tu papel como artista aquí y ahora? ¿Cuál crees que es el papel del arquitecto?
IB: No hay mesías que vaya a cambiar el rumbo del planeta con su obra, con su sensibilidad o su percepción del mundo. No seré yo el gran transformador de nada. Encuentro un lenguaje con el que intento comunicar y habrá a quien le emocione o le inspire, como cuando encontramos una canción que nos remueve. Supongo que mi papel es tocar sensibilidades que conecten con la mía, dar un momento de emoción. Me gusta trabajar temas más reflexivos en algunas piezas que hago, creo que puede ser interesante llegar a ellas y obligar a reflexionar al receptor-lector-oyente.
Texto: Ana Asensio Rodríguez + Entrevista a Imanol Buisan / Imágenes: Collages de Imanol Buisan / Entrevista realizada en exclusiva para AAAA Magazine / 04 dic 2015